Hoy hemos iniciado la plantación de varios ejemplares del árbol que hizo famoso la poetisa Elena Martín Vivaldi. Se trata del Ginkgo Biloba, un ejemplar que tuvo la capacidad de resistir el bombardeo que el avión Enola Gay hizo sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial. Era el 6 de agosto de 1945, una bomba atómica fue lanzada en Hiroshima por los americanos. Las plantas y árboles en el área alrededor del epicentro fueron examinados en septiembre de 1945. El Ginkgo, situado junto a un templo distante cerca de 1 km del centro de la explosión, manifestó en brotar después de la explosión, sin deformaciones mayores (el templo mismo fue destruido). El sitio del templo en Housenbou era más pequeño después de la guerra y consideraron transplantar o echar abajo el Ginkgo para reconstruir el templo. Se decidió dejarlo allí y ajustar el templo a aquél, así el templo ahora tiene peldaños en el frente, divididos en lados izquierdo y derecho, protegiendo el Ginkgo dentro de esta forma de U. Grabados en él «No más Hiroshima» y prayers plegarias de la gente por la paz. Cuatro árboles Ginkgo bombardeados con bombas atómicas están vivos todavía. Por lo tanto es considerado por muchos como el ‘portador de esperanza’.
El Ginkgo (Ginkgo biloba) es un árbol único en el mundo. Utilizado desde hace siglos en la medicina tradicional china, japonesa e Indú. Puede ser la planta de semillas viviente más antigua y es, por esto, visto por algunos como una de las maravillas del mundo. Así, el único miembro viviente de una raza de vegetación que fue una vez grande y dominante en el mundo, el Ginkgo, es, entre todos los miles de especies de plantas que existen hoy día, un muy precioso y tenue eslabón entre el presente y el remoto pasado.
El árbol Ginkgo es un fenómeno, un objeto de veneración, un árbol sagrado del Oriente, un símbolo de unidad de los opuestos, visto por algunos como un símbolo de invariabilidad, poseedor de un poder milagroso, portador de esperanza y del inconmensurable pasado, un símbolo de amor. Debido a todas sus propiedades, se asocia con la longevidad. Los artistas han sido inspirados desde hace tiempo por el atractivo estético del Ginkgo y de sus hojas, por ejemplo Goethe, Nemerov y Elena Martín Vivaldi hizo un poema sobre él y en el período Art Nouveau (Jugendstil) los pintores, diseñadores, etc., lo revivieron.Desde tiempos antiguos el árbol ha sido plantado en jardines de templos en China y Japón, también cerca de lugares sagrados y castillos, debido a la veneración, su protección contra el fuego, semillas y belleza. El famoso árbol de Hiroshima está también cerca de un templo. Los Ginkgos viejos son venerados como un dios en Japón. Para señalar el carácter sagrado del árbol se amarra un shimenawa (cordón de paja de arroz) alrededor del enorme tronco del árbol. Se cree también que esto aleja los malos espíritus.Hay escritas muchas leyendas en chino y japonés relativas al Ginkgo. En Japón el Ginkgo es, a menudo, usado en poemas haiku y, entonces, se llama ‘icho-ba(ne)’ que significa Ginkgo-pluma. Los chi chi de árboles viejos son sujetos de devota veneración de las mujeres Shinton, porque son vistos como un signo de fertilidad (chi chi = senos de madre). Se cree también que el Ginkgo protege contra el fuego y, por lo tanto, todavía se planta cerca de los templos. Durante el gran incendio después del terremoto en Tokyo, en 1923, muchos árboles Ginkgo sobrevivieron, mientras otros árboles murieron. Un templo se salvó debido a los muchos Ginkgos que lo rodeaban. Se cree que el tronco y las hojas segregan una savia que actúa como un retardante del fuego. En Tokyo el árbol Ginkgo es el símbolo del área Metropolitana de Tokyo y se puede ver en muchos lugares.
GINKGO BILOBA [ÁRBOL MILENARIO]
Un árbol. Bien. Amarillo de otoño. Y esplendoroso se abre al cielo, codicioso de más luz. Grita su brillo hacia el jardín. Y sencillo, libre, su color derrama frente al azul. Como llama crece, arde, se ilumina su sangre antigua. Domina todo el aire rama a rama.
Todo el aire, rama a rama, se enciende por la amarilla plenitud del árbol. Brilla lo que, sólo azul, se inflama de un fuego de oro: oriflama. No bandera. Alegre fuente de color: Clava ascendente su áureo mástil hacia el cielo. De tantos siglos su anhelo nos alcanza. Luz de oriente.
Amarillo. Aún no imagina el viento, la desbandada de sus hojas, ya apagada su claridad. Se avecina la tarde gris. Ni adivina su soledad, esa tristeza de sus ramas.
Fue certeza, alegria – ¡otoño ! – . Faro de abierta luz.
Desamparo después. ¿Dónde tu belleza ?
Elena Martín Vivaldi
El Jardín Botánico de la Universidad de Granada
P.D: Tuve el placer de conocer y trabajar con Elena Martín Vivaldi creo recordar que a principios de los 90 al presentar su libro «Con solo una palabra» y me convenció para creer en el Ginkgo y todo el halo de misterio que llevaba aparejado a este. En el Centenario de su nacimiento hemos querido hacerle este homenaje.