Se marcha del Consorcio Fernando de los Ríos un talento a la altura del Ministro de la República que lleva su propio nombre. Si Andalucía puede presumir de algo es del conocimiento y la puesta en marcha de un proyecto que ha sido capaz de ahondar como vasos capilares por ese territorio mas profundo al que nunca terminaban de llegar ni los recursos ni las influencias institucionales de las grandes urbes. Juan Francisco Delgado ha demostrado que los macroproyectos ideológicos como la Segunda Modernización de Andalucía eran muy bonitos en las presentaciones institucionales pero que en la práctica no llevaban a ningún sitio. Este Psicólogo amante del progreso y la modernidad ha sabido aplicar a un proyecto como Guadalinfo la sensibilidad necesaria para que en lugar de pensar solo en tecnología se hablara en la clave mas importante: las personas.
Recuerdo aquel día de 2007 en Sevilla, cuando Juan Francisco fue llamado por el Consejero de Innovación y comprobé como la envidia granaina desenfundaba su cara mas inquina para intentar boicotear lo que significaba para la provincia de Granada que esa Dirección General y todo el proyecto en general se instalara en Granada como germen de un conocimiento necesario para una ciudad que desde la época de Fernando de los Ríos escasea no solo en protagonismo político sino que además está aderezada con la sumisión mas absoluta unas veces a Madrid y otras a Sevilla.
Juan Francisco aplicó sendos criterios de asertividad a un equipo en el que intentó diferenciar con respecto a otros proyectos regionales o estatales la importancia vital de las personas. El resultado fue espectacular y no solo sorprendió en España sino que en Europa ahora somos un ejemplo de gestión del conocimiento a través de un Consorcio que lleva el nombre de Fernando de los Ríos por todos y cada uno de los confines del mundo.
Estoy convencido que su talento no será desaprovechado, pero Granada y Andalucía pierden la referencia y el buen rumbo de una institución que ha sabido ganarse a la ciudadanía y por qué no, el consenso de todos los partidos políticos que participan en el proyecto, incluidas las Diputaciones Provinciales.
Desde este humilde blog le deseo lo mejor y donde recale, seguro que estarán ganando. Mientras tanto me permito extrañar su buen hacer y le dedico este texto del gran Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo.
Discurso de Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo.
Medio Pan y un Libro.
Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.
“Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.
Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.
No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.
Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.
Acompañó al Alcalde de Jun Don José Antonio Rodríguez Salas en sus dichos y sentires.