LA NIÑA ES LA MADRE DE LA MUJER

1 de mayo de 2009

Desde que la infancia es infancia, se viene utilizando el verso de William Wordsworth “El niño es el padre del hombre” para ilustrar el hecho de que, escondido debajo del babero, está formándose el adulto que llegaremos a ser. La manera en que aprendimos a aprender nos conformó para el resto de nuestra vida, y la asimilación del pensamiento abstracto asociado a las palabras y la mimesis de los hábitos sociales cimentaron el edificio que somos. ¡Bien!

En la educación de mi hija estamos poniendo un especial empeño en evitar cualquier tipo de juego que implique discriminación sexista. Les puedo asegurar que cuando aún no había cumplido dos años la niña distinguía un tornillo de cabeza philip de otro de cabeza allen, una sierra de una segueta y una sartén de una cacerola. Sin embargo, sin saber muy bien cómo, el dormitorio se le ha ido llenando de diademas principescas, y la  caravana de la Barbie ocupa media plaza de mi garaje.

Un día, a la vuelta del colegio, me dice: “sabrás que tengo novio, que nos hemos casado y que hemos tenido cien hijos”. Me quedé de una pieza, no tanto por lo de los cien nietos, como por la rapidez, indefensión y naturalidad con que se asumen los papeles sociales.

Volví a mi candoroso empeño y le regalé un Lego para construir un aeropuerto. Después de día y medio colocando piezas, lo primero que hizo una vez terminado, fue coger el teléfono de la torre de control y llamar al que dice que es su novio diciéndole con mimo y con rabia:

–“Porcelito, ¿te has vestido ya?… ¡¡¡Que estás acostado todavía!!!”