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Al final de los años ochenta pinté una gran cantidad de cuadros animado, sin duda, por el hecho de estar con una buenísima galería de Madrid, que no sólo me organizaba exposiciones y ferias internacionales, sino que compraba todo lo que pintaba y, además de pagar viajes, hoteles y coches de alquiler, me pagaba unas dietas generosísimas por los desplazamientos. Todo esto me dio una gran seguridad a la hora de plantearme seriamente el oficio de pintor. Nunca me he sentido mejor que en aquellos años. Pero la historia también se puede leer a la inversa: como pintaba con seguridad en lo que hacía y lo que hacía tenía un sello personal de cierta calidad formal, una buenísima galería de Madrid me contrató en condiciones muy favorables para que siguiera pintando en las mejores condiciones posibles. Tengo que agradecer a Joaquín Castro la confianza y entusiasmo que depositó en mi.
Uno de los cuadros fronterizos entre mi manera de pintar hasta 1987 y el que ha sido mi lenguaje desde entonces, es este cuadro titulado «Mujer sexual» pintado en técnica mixta sobre lienzo y collage de tapicería de funda de asiento de coche y hojas de de flores de plástico. Mide 175 x 150 cm., y lo empecé a pintar en 1987 y lo acabé en 1990. Tiempo después lo compró una buena amiga, amante de la pintura y de la vida.
