En Pinos Genil me construí un estudio que ocupaba toda la planta baja de la casa. Tenía salida directa a un jardín que por entonces sólo era campo, y contaba con suficiente espacio para trabajar y almacenar los cuadros. La única merma importante con respecto al taller de la Carrera del Genil era la altura de techos y puertas, lo que me obligó a reducir el tamaño de los lienzos.
Los cuadros que pinté antre 1991 y 1994 se expusieron en la Galería Almirante de Madrid, con el título de Vida en el campo. Las nuevas pinturas describían la naturaleza como residencia del hombre y de sus metáforas. Así, una adolescente de los sesenta nos mira a través de dos trazos rotundos y negros de un paisaje pretérito; un perro náufrago sobrevive en medio de una riada de pintura turbia; un toro se baña en un agua que es también albero; una vieja fábrica dibujada con cañas de bambú sobre un lienzo blanco y cuadriculado contempla el paso de una solitaria cabra; la torre de un pantano y una manada de ciervos dirigiéndose hacia el mítico Norte.
En el catálogo de la exposición escribieron una vez más Antonio Muñoz Molina y Juan Manuel Bonet: uno sobre la amistad y sobre las miradas compartidas, el otro sobre la pintura literaria que ante todo quiere ser pintura.
La prima de Barcelona. (1993). T/m sobre lienzo. 165×190 cm.
Inundación. (1993). T/m sobre lienzo. 165×190 cm.
Toro en la marisma. (1992). T/m sobre lienzo. 165×190 cm.
La fábrica de papel. (1992). T/m sobre lienzo. 165×190 cm.
El gran invierno. (1992). T/m sobre lienzo. 165×190 cm.
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