30 de agosto de 2009
El verano y el otoño de 1994 los pasé pintando un “mural” para el techo del hall del Cine Aliatar. Con mi trabajo se ponía fin a una excelente rehabilitación del edificio. Al final me acostumbré a estar en el andamio en compañía de Fabi, el tapicero de las estrellas, viendo latir el pulso de la ciudad en el contraluz de la entrada, como si de una pantalla de cine se tratara.
Por la puerta del Cine Aliatar pasa todo lo que pasa en la ciudad: las que compran, los que venden, las viajeras%2