Hace unos años me enredé en la madeja sin fin de la albañilería doméstica. Como era de esperar perdí el dinero y la calma, pero a cambio gané algunos conocimientos útiles sobre la vida y las personas. Un día, al plantear el trazado de la solería del jardín, vimos que nos faltaba una escuadra con la que determinar el ángulo recto inicial. Entonces, un albañil al que llamaban Papaenrique tomó una cuerda, la dividió en doce segmentos iguales y la dobló formando un triángulo con un lado compuesto por 3 partes, otro por 4 y otro por 5. El resultado fue un perfecto triángulo rectángulo. Al ver mi cara de asombro, tomó orgulloso la cuerda y marcó tres nuevos puntos, esta vez a 60, 80 y 100 centímetros, los unió y volvió a trazar un triángulo rectángulo a partir del cual la solería fue creciendo exponencialmente. Tiempo después supe que la herramienta que Papaenrique manejaba era la cuerda de 12 nudos, y sus números mágicos el desarrollo práctico del teorema de Pitágoras.
Aquel albañil utilizaba un conocimiento milenario procedente de una tradición inmemorial. Doblando y desdoblando la geometría de la cuerda, los hombres maravillaron a los hombres y parcelaron el mundo. Excavaron canales en Mesopotamia y reconstruyeron las lindes del Nilo; edificaron zigurats en Ur y pirámides en Saqqara; elevaron anillos megalíticos en Castlerigg y Stonehenge; cimentaron puentes y acueductos; erigieron mezquitas y catedrales. Desde los ángulos de un ladrillo proyectaron las ciudades del imperio, trazaron calzadas, construyeron murallas y diques junto al mar.
Tan sencillo y tan complejo como dividir la cuerda en 12 tramos iguales y unirlos para formar un ángulo recto, o trazar una circunferencia de 12 radios para dividir el día, o pulsar al aire la cuerda de una lira y volver a pulsarla en el centro y dividir su longitud multiplicando la frecuencia de su vibración en una sucesión de armónicos que forman la escala diatónica Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si. Tan sencillo y tan complejo como que en un triángulo rectángulo el cuadrado de la longitud de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de las longitudes de los dos catetos.