SEÑO, MI NOMBRE EN CHINO ES CORAL

Para bajar a la tierra, para que «Un cuento chino» no fuera sólo un cuento, decidí pedirle a la profesora de Julia un comentario sobre el cuadro “Pequeña lección de historia”. Al principió dudó e incluso me dijo que temía no estar a la altura. Traté de quitarle esa idea de la cabeza y le insistí. Cuando ya daba la cosa por perdida recibí un mail con el texto. Luego me dijo que ellas, aunque no lo parezca, desde su posición de maestras atentas al orden de las filas, nos veían llegar despacio, sin prisas, hablando.

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MARÍA ÁNGELES CARRASCO GARCÍA

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La pequeña Julia viene camino de la escuela con pasos lentos, sin prisas, riendo, saltando, confiada, buscando la seguridad de la mano de su padre, prolongando todo lo posible su paseo matinal. Cuando me ve llegar, corre hacia mí y eso me reconcilia con mi trabajo.

Para ella todo es divertido: escuchar un cuento, pintar, bailar, disfrazarse, jugar con sus amigos, descubrir cómo las letras se unen y dicen cosas, o deducir por qué dos y dos son cuatro.

Al igual que sus dibujos de muñecos multicolores y de ojos muy abiertos, intenta captar todo lo que sucede a su alrededor, y así ha ido creciendo como una niña imaginativa, reflexiva, observadora y vivaracha.

“Seño, mi nombre en chino es Coral”, dijo un día. No podía ser de otra manera, un bien difícil de encontrar pero muy especial para quien tiene la suerte de disfrutarlo.