Hola todos. Soy el juez. Hoy tengo que ser necesariamente breve porque tengo un ‘follaero’ de cosas que hacer.
Telegráficamente respondo al cosecha del 66: Seguramente me expliqué mal en el tema de las pintadas. Lo primero, obviamente, es la educación. Que los padres enseñen a los niños que está mal ensuciar un edificio o un monumento. Pero cuando eso falla -que, insisto, es lo primero- pues yo veo mejor que haya más policías que atrapen a los niños para que paguen el estropicio. Ellos y sus padres, que también son responsables, claro.
Ahora no recuerdo quién hablaba del tema de la pena de muerte: yo estoy radicalmente en contra y, afortunadamente, en España no existe. No puedo añadir más.
Por último, un asunto que me ha llamado la atención últimamente. Hablo en general, pero percibo que hay personas que denuncian un delito, pero luego no se atreven a declarar en el juicio. Temen que el delincuente les pueda identificar, con lo que hay que suspender la vista y, lo más probable, es que el delincuente se vaya de rositas. A mi me pasa y supongo que a otros compañeros, también. Pues bien, tenemos medios suficientes para proteger su identidad y que nadie pueda verles. Lo único que tienen que hacer es solicitarlo al juzgado con un poco de antelación y ya está. No sé, me parecía necesario decirlo para transmitir tranquilidad y que el servicio funcione, porque la justicia es un servicio.
Bueno, os dejo que me esperan las buenas gentes de Almedralejo, Badajoz. Por cierto, mañana el periódico HOY de Extremadura me ha organizado un vídeo chat. Creo que es a las doce de la mañana.
Por último, un saludo al comentarista que me conoció en el bar de GranVía. Me alegro de haberle alegrado algunas tardes. Gracias a todos.
Recuerdo una vista en la Audiencia Provincial, en la que se colocó una mampara para evitar que el acusado pudiera ver a una testigo. Ésta a su vez podía observar por el orificio que dicha mampara tiene para tal efecto. Sin embargo, tanto dentro como fuera de la sala, se encontraba una cohorte de familiares del acusado, y ya se encargaron ellos de recordarle, entre todo tipo de improperios, que se habían quedado con su cara. La testigo declaro no reconocer al acusado. Tras la celebración de la vista recuerdo como alguien que la conocía le preguntó por qué razón no le identificó, y ella respondió «por miedo». La verdad es que es una auténtica lástima, y se genera un riesgo enorme, que sucedan casos como éste, en los que el delincuente sale indemne de sus actos.