Es la primera vez que me ocurre. Un comentario pensado para el blog acabó convirtiéndose en noticia. Alguien dijo que con la crisis, los padres se estaban viendo obligados a decir que ‘no’ a sus hijos, una conducta que, utilizada con moderación y sabiduría, puede resultar bastante saludable. Como era curioso, lo contamos en el blog…, pero el asunto me dio qué pensar: ¿estaría el aumento de los ‘noes’ traduciéndose en un crecimiento del delito juvenil e infántil? Pedí datos, referidos a Granada, claro, y resultó que sí, que los menores están delinquiendo más en el arranque de 2009. Lo que nadie se atrevió a hacer fue a dar el salto mortal de relacionar la crisis con ese incremento.
Está es la noticia en cuestión, salió publicada en IDEAL e IDEAL.es.
«Granada sufre un fuerte repunte de los delitos cometidos por menores en el año de la crisis
Los dos juzgados competentes reciben el doble de casos que en el arranque de 2008
Peleas con lesiones, delitos de tráfico, maltrato familiar y robos, infracciones más comunes
C. MORÁN GRANADA
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La crisis económica se ha convertido en una especie de explicación para todo. La «gran depresión» está devolviendo al «nido» a los jóvenes emancipados o ha cambiado las pautas de consumo, por poner sólo dos ejemplos. La lista de «aplicaciones» crece cada día que pasa.
Recientemente, un jurista dijo que la crisis estaba ayudando a los padres y madres de familia a recuperar la autoridad perdida. Según sus observaciones, los caprichos de los niños ya no se ven satisfechos instantáneamente. No hay la alegría de antes. El dinero escasea -o se teme que pueda escasear- y los papás se ven obligados a decir que «no» al ciclomotor o la «nintendo».
Enseguida hubo quien opinó que ese «rigor» de nuevo cuño también podría favorecer un repunte de las agresiones de menores a sus padres, un delito impensable antaño, pero que hogaño es moneda común. No hay nada científico detrás de estas reflexiones. Quizá estén en lo cierto o quizá no… Lo llamativo es cuando la realidad se empeña en dar carta de naturaleza a las conjeturas.
Igual tiene algo que ver con la crisis o igual no, pero el dato esta ahí: el arranque de 2009 ha traído mucho trabajo a los dos juzgados de Menores que existen en Granada. En lo que va de año, ambos tribunales han abierto 224 investigaciones penales, mientras que en el mismo periodo de 2008 fueron 121. Es decir, que están teniendo casi el doble de tarea que en el ejercicio anterior. Es un crecimiento muy relevante.
Violencia
¿Las razones? La respuesta a esa pregunta deberán darla los sociólogos. Lo que sí dicen los números es que hay demasiada violencia entre los menores. De hecho, la infracción que más se repite es el delito -o la falta – de lesiones. Esto es, peleas, agresiones…
También son muy frecuentes los expedientes por quebrantamientos relacionados con el tráfico. En este caso hay truco, por utilizar una expresión coloquial. La conducción sin el correspondiente permiso ha pasado a ser delito y hay menores que se ponen al volante sin tener la licencia, porque no pueden tenerla. Está claro que la responsabilidad de los padres en estos supuestos es evidente. ¿Qué hace un chaval de 16 años conduciendo un coche?
Además, continúa la escalada de casos de maltrato familiar -agresiones físicas o psíquicas de hijos a padres o hermanos-. Es seguramente el delito más «complicado» desde un punto de vista social y sentimental. Las víctimas han de dar el paso de denunciar a sus propios descendientes. Un trago muy amargo. Pero es que no queda otra. Si no hay denuncia, proseguirá el calvario.
Esta modalidad delictiva, que en España comenzó a «despuntar» con el cambio de siglo, antes prácticamente no existía, es muy destructiva. Erosiona los lazos familiares de una forma brutal. Y, a diferencia de otras conductas ilegales, son más comunes entre personas acomodadas.
El calvario puede comenzar con un grito extemporáneo o un autoritario «no me da la gana», y acabar con toda la familia en el juzgado. Y eso en el mejor de los casos, porque ha habido padres, aquí en Granada, que se han visto obligados a colocar una puerta metálica en su dormitorio para tratar de impedir que su hijo les agrediera.
Con todo, este gravísimo problema de convivencia parece estar reconduciéndose. Bajo el paraguas de la Ley de Violencia de Género, la Fiscalía acordó, hace unos tres años, considerar una prioridad la lucha contra la violencia que ejercen los menores sobre sus padres. «Castigos» cautelares, juicios rápidos… son herramientas que están permitiendo dar una respuesta inmediata al fenómeno. Se han dado casos en que el menor ha sido denunciado y condenado el mismo día. Es decir, que él y su familia han entrado en un programa terapéutico para solventar sus diferencias y volver a ser eso: una familia. Las demoras en estos asuntos tan delicados no suelen ser convenientes: el problema se pudre porque el agresor ve que pasan los días y, a pesar de que sobre él pesa una denuncia, no ocurre nada. Se envalentona y la convivencia empeora aún más.
Fuerzas de Seguridad
Por lo demás, los robos -incluidos los hurtos-, que, en teoría, serían los que mejor se explicarían por la existencia de una crisis, tampoco están en decadencia.
Los datos, siempre provisionales, que manejan las Fuerzas de Seguridad del Estado también avalan que la delincuencia infantil está repuntando en el arranque del «año de la crisis». Está habiendo más denuncias, más atestados, y más detenidos que en el inicio de 2008. En términos generales, las fuentes consultadas estiman que el crecimiento es de un 30%».
Un saludo.
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