El profesor ‘muchachista’

Buenas lo que sea… que con esto de Internet nunca se sabe dónde estará la audiencia. Vease si no el caso de don Emilio y la República Argentina. Ya teníamos noticias de que en suramerica había seguidores de nuestro juez favorito, pero parece que ahora la cosa ya se ha desmadrado. Esta mañana, sin ir más lejos, ha sido entrevistado por dos emisoras de radio de la Argentina. Los locutores han puesto cortes del famoso vídeo de Youtube y se partían de risa. Se sentían muy identificados con el cuentecillo de la sopa o con lo del papá preconstitucional y el papá postconstitucional. Uno de los locutores, me imagino que una especie de Francino de por allí, se puso a largar del ‘profesor muchachista’, una definición que tanto a don Emilio como a un servidor nos ha parecido un hallazgo. El ‘profesor muchachista’ es el docente que es amigo de sus alumnos, que incluso sale de copas con ellos… Un buen colega, ya sabéis. Los problemas vienen luego en clase: ¿cómo va a exigir nada a unos alumnos que le consideran un coleguilla? Aquí y allá, los mismos problemas y los mismos errores.
A una de las emisoras argentinas le hemos dado la dirección del blog para que la difundan entre sus oyentes. A ver si hay suerte y se nos llena esto de porteños.
Bueno, un saludo a todos. Y otra vez pediros perdón por no poder atenderos como mereceis.

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6 Comentarios

  1. Sí, totalmente de acuerdo con lo de los profesores «coleguillas». Creo que el fundamento de cualquier profesor o académico de la enseñanza es el de «hacerse querer y respetar». Se hace querer si es capaz de despertar el deseo de aprender y se hace respetar si se le desea para aprender y se le admira. El «coleguismo» no consigue ni una cosa ni otra, es eso….un colega más.
    Un caluroso saludo.

  2. De acuerdo con todo. Ese amiguismo ha provocado que los niños se suban a la chepa del profe, que les planten cara y que incluso a veces sean maltratados por ellos…Y no perdamos de vista a los padres, que para algunos sus hijos siempre tienen la razón y pobre del profesor que les riña o castigue…

  3. ¿Qué modelo de profesor defendía la LOGSE, la LOCE o la LOE?
    ¿Cuenta actualmente el profesorado con herramientas, normas, para imponer cierta autoridad?
    ¿El profesor «muchachista» puede ser una forma de adaptarse de algunos profesores a la situación actual de indisciplina en algunos centros?

    Como ejemplo:
    La LOE (última ley de educación) dice que todo alumno tiene derecho a permanecer en la ESO hasta los 18 años.
    También dice que la máxima sanción que puede aplicarse a un alumno es la expulsión del centro durante 30 días. Cabe la posibilidad de cambio de centro, medida que no se puede aplica en zonas donde sólo hay un instituto.

    La aplicación de estas dos normas en el medio rural, permite a un alumno hacer lo que le dé la gana en un aula hasta los dieciocho años, ante lo cual sólo estará expulsado del centro durante algunos periodos.

  4. ¿POR QUÉ VAMOS DE UN EXTREMO A OTRO? POR DESIDIA, POR PEREZA
    Como dice don Emilio (y ya decía Larra), no tenemos término medio sino que, en cuestiones de educación y en otras, vamos de un extremo a otro sin que esa inercia establecida (secularmente) nos deje progresar gracias al justo término medio. No nos autoengañemos. Nos viene bien porque así podemos, de manera corrupta, escaquearnos, no dar ni golpe y que nos paguen. Por mi edad, tuve en la escuela a profesores tiranos. La tiranía les permitía eso, escaquearse. De 3 a 4 de la tarde matemáticas. Don Paco llegaba 45 minutos tarde, preguntaba el problema, ponía muchos ceros, nos explicaba algo acaso y nos ponía muchos deberes para el día siguiente. Ya antes, con otro maestro, habían sido así las matemáticas. Nos dejaba sólos 45 minutos para que nos estudiásemos la tabla de multiplicar y luego en los últimos 15 nos la preguntaba y al que no la sabía le daba con la palmatoria en la mano, que debíamos mostrar sumisamente en la actitud que se pone para pedir limosna. Pero también, a la vez que don Paco (que era del Madrid y luego fue de UCD o del PP) había otro don Paco (que era del Barça y luego del PSOE), profesor de francés, que, aunque no por eso dejaba de ser Don Paco y no Paquito o Paquete, ya en aquellos años, los últimos de Franco, era el profesor colega: no nos daba la clase de francés sino que en su hora podíamos salir al patio a jugar al fútbol, salvo si excepcionalmente estábamos castigados. El castigo no consistía, entonces, en darnos con la palmatoria, que eso no era de colegas, sino … en no salir al patio y recibir la clase de francés. En el instituto no conocí más que a profesores colegas. Los de la vieja guardia que quedaban eran unos dinosaurios, una especie a extinguir, como ahora los machistas. No sólo eran colegas los maestros sino los venerables autores y aun los santos. Machado era Antonio. Fray Luis de León era Luis de León. Y también estaba Federico, que en Granada no necesitará que se le presente: Lorca, por supuesto. Incluso hubo un profesor que nos dejaba leer los libros que nos daba la gana, en vez de la Celestina o el Quijote, gran error, porque la escuela debe servir para eso, para conocer a los clásicos y aprender con ellos a leer. Y luego, cuando seas mayorcito, tú elegirás lo que lees. Pero claro, que los alumnos lean los clásicos como se debe, eso exige imaginación y curro, por parte del profesor porque, como decía Picasso, la imaginación, si llega, te ha de pillar trabajando. El más colega era el que nos dejaba fumar en clase para poder hacer él lo mismo. Cuando pude votar por primera vez en las elecciones, aquellos profesores colegas, con veleidades políticas, me preguntaron, cuando salí de la urna, si había votado por el cambio, uno de ellos, o si había votado en conciencia, otro, aludiendo a los eslóganes propagandísticos de sus partidos. Claro, ¡como éramos colegas …! Y ahora soy profesor yo. Me he dado cuenta que, no ya para cobrar a cambio del mínimo trabajo, sino sobre todo para no tener problemas (o sea, para mantener el puesto de trabjo), lo fácil (y lo mejor) es pasar desapercibido, lo que se logra aprobando a todo el mundo, lo que te da licencia para no dar ni golpe ni ser puntual. Eso los alumnos lo agradecen porque así ellos pueden también no dar golpe ni ser puntuales. Posdata: para el que quiera ver a qué puede dar lugar otro sistema educativo (y de paso disfrutar de un poco de música), que navegue por http://www.youtube.com/watch?v=3vwZAkfLKK8 y le garantizo que no perderá el tiempo ni el viaje informático.

  5. Padezco a diario el problema de los profesores «coleguis» y la falta de nivel del alumnado hasta niveles escandalosos.

    Es lo mismo que soy el mejor amigo de mis hijos…. y así salen las nuevas generaciones …

    Soy docente en la universidad, y padezco un aula vacía pues en la misma franja horaria compito con un prof. colegui que presume de ser amigo de sus alumnos, que a todas horas tiene el despacho lleno haciendo psicoterapia a sus pupilos y de paso, llevando el cotilleo de la vida social, haciendo contactos utilísimos para su afán de pretendido personaje local, para quien codearse con la «hija de» o «la novia del primo de …» que son sus alumnos es lo más de lo más…. Luego por lo bajinis se queja de la sobrecarga de trabajo ante tan numerososísimo grupo, incentivando al mismo tiempo la matricula en su grupo con la promesa de ser «el más guai del paraguay».

    Entre los coleguis están los que alguna vez financian un barril de cerveza a los alumnos de su clase o los que se van de copas con ellos…

    En mi clase, el reducido número de alumnos, me mira como un objeto no indentificado cuando explico alguna teoría clásica de mi disciplina, no demasiado dificil hasta hace unos años, que resultaba muy estimulante y atractiva a los alumnos del mismo nivel hace tan sólo 2 ó 3 cursos. Por supuesto son incapaces de atender y tomar notas al mismo tiempo. (Personalmente considero que el tomar notas presupone una escucha activa muy útil para quien está entrenado en ella, pues para el alumno supone un primer filtrado de la información…) Explico, creo, que con el mínimo nivel acádemico que requiere la asignatura y a veces percibo un muro infranqueable entre lo que yo hablo y lo que ellos reciben, como si hablaramos lenguajes completamente diferentes, siendo la comunicación imposible. Me sorprende que los alumnos me pidan que en los examenes les deje expresarse «con sus palabras». Entonces, ¿cuando sean licenciados podrán expresar sus conocimientos, se entiende que de especialista, con el mismo nivel algo difuso que de la materia tiene por poner un ejemplo, la señora de la limpieza?, con todo mi respeto a quienes se dedican a tan necesaria labor y que con tanta dignidad desempeñan.
    Mantengo una actitud de respeto digno y cortesía hacia los alumnos, pero sin entrar en el colegueo, lo que me hace impopular frente a quienes van de coleguis en el aula. Por supuesto,la evaluación que obligatoriamente hacen los alumnos de mi labor dista mucho de la alcanzada por «los coleguis», condicionado ello mi consideración laboral ante la institución para la que trabajo.

    Respecto de la asistencia, los alumnos vienen de manera discontínua, con lo que es imposible que se enteren de la asignatura con una mínima coherencia. A estas alturas de mi vida, y en un nivel que se supone, universitario, me niego a pasar lista a diario, pues considero que entre adultos cada uno debe asumir el compromiso diario con su propio aprendizaje y formación en una carrera hasta la que han llegado y elegido libremente. Además, imponer la asistencia obligatoria implica el riesgo, por mí experimentado, de tener alumnos llenado la clase sólo por cumplir con la asistencia, pero importunando continuamente con una arrogancia y chulería infinitas…

    En fin sólo pretenden ser algunas reflexiones….

  6. En mi opinión, no creo que la figura del profesor muchachista sea, y mucho menos haya sido en el pasado, tan común y frecuente como se plantea. Siempre ha habido alguno que otro, alguna que otra, pero por lo general no es así. Del profesorado que me ha impartido clase, de las personas que mejor recuerdo tengo son de aquellas que me producían admiración por cuánto sabían, por cómo transmitían esos conocimientos, por cómo trataban al alumnado y por cómo se prestaban a ayudar, explicar una y otra vez si hacía falta con tal de que sacáramos la asignatura o el curso adelante. Es la dedicación de un profesor lo que hace que lo recuerdes con admiración, y la implicación que ves por su parte porque percibes, aunque no te lo diga, que le gusta su trabajo. Precisamente, no son los profesores muchachistas (creo que yo tuve pocos) los que dejaron mejor recuerdo, pero sí es cierto que una cosa es ser cercano con el alumnado y otra muy distinta ir de «colegas» y no enseñar nada en clase porque se quieren escaquear. Creo que no tiene nada que ver una cosa con la otra y que hay profesores y profesoras que tienen una relación estupenda con sus alumnos sin que por ello se les tenga que quitar mérito a su práctica docente y sin que por ello los alumnos les tomen por el pito de un sereno. Llevarse bien con los alumnos, o intentarlo, no es sinónimo de intentar escaquearse.

    He visto profesores muy serios y muy estrictos que no respetan a sus alumnos y que no consiguen que sus alumnos les respeten, sino que les teman. He visto a esos mismos profesores dar la misma clase de la misma forma año tras año sin cambiar un ápice su temario y su metodología, a pesar de que sus alumnos no consiguen aprobar…

    En definitiva, creo que una cosa no quita la otra. No creo que se deba generalizar porque también nosotros caemos en el error de pasar de un extremo a otro.

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