Es evidente que este blog, otrora relativamente activo, ha perdido pulso en las últimas semanas. La razón en simple: el verano y las vacaciones. Tanto don Emilio como yo tenemos la costumbre de partir nuestros días de asueto, así que cuando está uno, falta el otro y viceversa. Creo que mañana, por fin, podremos vernos y debería notarse en el blog. Aunque no es una garantía. Hasta que no pase el estío, me temo que las cosas van a seguir así. Pero no lo vamos a dejar morir. Eso seguro.
Bueno, hecha la introducción, os diré que no puedo dejar de pensar en la desgracia de Dalilah y su hijo Rayán. Es increíble lo que ha pasado con estas dos personas. No cabe mayor infortunio. Ella, primera víctima de la gripe A en España y él -después de ser rescatado del vientre de su madre moribunda y de haberse librado del contagio- fallece víctima de «un terrorífico error». Es de esas tragedias que te dejan sin habla y sin escritura.
También pienso en la enfermera que, supuestamente, cometió el «terrorífico error». Y concluyo que ella también es una víctima. Tendrá que cargar para siempre con el recuerdo de un fallo que costó la vida a un bebé que intentaba aferrarse a la vida, que apenas había empezado a vivir.
Y pienso, por último, en el Rey de Marruecos, que se ha ofrecido a enviar un avión militar para repatriar los restos del chiquillo y a su familia. Si su majestad no quiere quedar como un oportunista de tomo y lomo, podría hacer lo mismo con todos los desdichados ‘niños patera’ que se juegan la vida para cruzar el Estrecho de Gibraltar.
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