La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quiere que ‘sus’ maestros tengan los galones de autoridad pública por ley. Es un paso importante en una carrera de fondo que lo que persigue es que los docentes sean respetados como antaño. Emilio Calatayud, siempre que le han preguntado, ha apostado por reforzar la autoridad de los profesores. El proyecto de Esperanza está bien, pero también es cierto que fue la Fiscalía de Granada la que primero tomó este toro por los cuernos. Fue en 2006. Tras reunirse con los responsables de Comisiones Obreras de la Enseñanza, que estaban alarmados por las agresiones que sufrían los maestros, el Fiscal Superior de Andalucía, Jesús García Calderón,se comprometió a calificar los ataques a los docentes como un delito de atentado a la autoridad. Y así se ha hecho desde entonces. Es justo que se sepa, así que dicho queda.
Pero tendrá que pasar tiempo para que se recojan los frutos. Un problema no desaparece por el hecho de que se haga una ley -o se aplique la que ya hay- para combatirlo. Pero es un comienzo. Mejor dicho, es ‘El comienzo’. Los casos van a seguir dándose.
Os dejo con uno de los últimos, que, como es habitual, se ha publicado en IDEAL e ideal. es. Un saludo. Y ánimo, ‘profes’ y ‘seños’. Pocos oficios hay más hermosos que el vuestro.
«Un menor, acusado de atentado por empujar a un profesor
«La Fiscalía de Menores ha acusado de un delito de atentado a un menor que, a pesar de que había dejado los estudios y estaba en paro, entró en un instituto de secundaria y empujó a un profesor, que no sufrió lesiones. El muchacho tomó asiento en un aula como si fuera un alumno más. Extrañado, el docente que estaba impartiendo clase pidió al recién llegado que abandonase el recinto porque nunca antes le había visto por allí. Era evidente que no era uno de sus discípulos. El chico replicó que sí, que era alumno del centro educativo.
El profesor fue a llamar al director para que identificase al revoltoso, que, está vez sí, se inquietó y quiso huir. El docente le cortó el paso, y según la acusación pública, fue cuando propinó un empujón a la víctima.
Dado que la evolución del procesado es buena y está cada vez más alejado de las conductas que le van a llevar al banquillo, el castigo que propone el Ministerio Público apuesta claramente por la reinserción: reclama que, si es condenado, sea obligado a trabajar para buscarse un trabajo».
Totalmente en desacuerdo, con la forma, que no del todo con el fondo. Me explico: Si aceptamos que todos aquellos que vienen sufriendo, de una forma más o menos reiterada, violencia -tanto verbal como física- deben ser «asimilados» como autoridad pública, y encima por ley, tendremos que englobar en el mismo «saco» a: los taxistas; los conductores de autobuses; o las enfermeras, médicos, celadores; o las prostitutas…
Todas estas personas en sus profesiones, y muchas más, sufren de forma cotidiana violencia, insisto verbal o física. ¿También a ellas las asimilamos como autoridad pública?. No, ese no es el camino.
El camino está en nuestra familia, en la educación (curioso no?), en nuestra sociedad, en la justicia -de quienes la aplican y quienes las reglan-; en nuestro comportamiento y educación.
Tenemos que tener algo muy claro: El respeto y la educación lo tienen que tener, en igual medida -nunca menos ni más- sino en igual medida quien sea autoridad pública o quien sea un simple ciudadano. Eso se daba en anteriores regímenes, dónde se ponía en un altar al maestro, al cura, al militar, al alcalde, etc.. en cuanto al respeto debido. No, hoy, merece el mismo respeto el maestro como el alumno; el juez como el presunto, el empresario como el trabajador. Ese es el fondo que comparto, pero no la forma.
Perdón por el «rollo» aunque esto da para mucho más.
Un saludo, ciudadanos.
http://ventanademarbella.blogspot.com
Estoy totalmente de acuerdo con la opinión del anterior comentarista. No me parece que imponer las cosas por la fuerza sea la solución sana para instalar otra vez en la sociedad (y en los jóvenes ante todo) el respeto y el resto de valores perdidos.
Al contrario, creo que el camino es la educación en casa. Aunque tardemos en ver los resultados. Si bien es cierto que, al menos, cada vez se oyen más voces en el buen camino: nos hemos equivocado y hay que retroceder para retomar la marcha donde un día la perdimos.
Un saludo.
Ciertamente pienso que nos pesa la historia como una losa. Me explico.
En tiempo no tan pretéritos, el profesor tenía toda la libertad para pegar un bofetón y si tú te ibas con el cuento a tu casa, tus padres te decían : algo habrás hecho, y encima te pegaban otro bofetón.
Esos tiempos han cambiado, pero hasta tal punto de que hemos vuelto del revés esos tiempos y ahora es justamente lo contrario: Si tú, como niño te pegan, puedes ir a tus padres y decir que te han pegado, y probablemente, algún padre salga \"en defensa\" de su hijo, sin nisiquiera hacer preguntas.
Muchas veces pienso que muchos padres no conocen a sus hijos, y no saben de qué pie cojean.
Vivimos en una sociedad tan hipercompetitiva en la que se nos exige tanto que, cuando llegamos a la casa, nos olvidamos de que , si tienes hijos, hay algunas personas que requieren tu atención, y es más fácil hacer que vean la televisión o que hagan otras cosas y \"nos dejen en paz\"
Otro problema que veo grave es que muchos padres intentan delegar el proceso de la educación de sus hijos en los maestros y la escuelas , cosa que me parece un error, puesto que es SU RESPONSABILIDAD.
Como no existe ningún compromiso por el cual, cuando uno tiene hijos, le hagan comprometerse con las responsabilidades inherentes que tiene ese deber, pues a veces la educación se convierte en una quimera.
Yo no sé si ésa es la solución. Pero un profesor tampoco puede permitir que los alumnos se les suban a las barbas, porque entonces sus clases serían el desmadre y es cierto que en la sociedad de hoy, los menores parecen \"Intocables\" .
En parte, estoy de acuerdo con referida medida ya que se reconoce “legalmente” al profesor como autoridad. Ese entrecomillado resulta fácil de comprender: tan simple como explicar que tanto para mí como para la gran mayoría de los de “mi quinta”, -tengo 29 años-, y seguro para muchos de ustedes, la autoridad de los profesores y el respecto absoluto hacía ellos fueron la columna vertebral de nuestra etapa estudiantil.
Dicho esto, me gustaría afrontar el problema desde la otra perspectiva: la educación del alumno. Muy resumidamente quedaría de la siguiente forma: -el alumno que realiza semejantes actos no tiene una educación correcta-. Con lo cual el origen generalizado de estos actos es la mala educación. Mientras exista mala educación, existirán actos incorrectos.
La medida de cara al profesor y de forma general será correcta (se reducirán notoriamente los actos violentos); pero de cara a ese alumno maleducado será una forma de enjaular su ira. Instintivamente estos chicos buscarán otras salidas, al igual que aquellos otros que se divertían de manera educada en el botellón. ¿Qué pasará con ellos? ¿Qué culpa tienen ellos que los padres no hayan sabido educarles correctamente? ¿Dónde encontrarán la salida a su ira?
Pienso que la medida ha de hacerse efectiva, sí, pero no podemos olvidar la educación de los chicos, ésta que seguirá vagando en busca de lo desconocido, y es necesario resolver el problema desde su núcleo.
Un saludo para todos!
La perdida de respeto al otro. Existe una caida al vacio de la función Paterna y no me refiero a que los padres no representan una figura de autoridad y miedo, represetado en el ejemplo del profesor que da la torta y venga.. sino a una función ordenadora, socializadora que pasa por el respeto a uno mismo, a la familia, a propio lugar y al del otro. Esto se regula por la palabra, con el diálogo, con las emociones, con los gestos.. Muchos padres no pegan y son muy respetados y respetusos¡¡
En el caso del titular y tal como está narrado, la pregunta es; qué lleva a un chaval a un instituto si no está matriculado, era una gracia, queria estar en clase…??? Se le podia preguntar, dialogar con él, cortar el paso también puede ser un acto coactivo para quien lo recibe.
Chavales malos = familias sin orden = profesores víctimas
También siguen existiendo profesionales que abusan de su posición; cuidado que las modas mañana están pasadas.
Para José Manuel Beltrán
No estoy de acuerdo con su comentario, fundamentalmente por 2 razones:
1.-
De hecho, lo que hacemos para proteger a los que sufren violencia es concederles autoridad. Es lo que hace, con la mujer, la Ley Integral de Medidas contra la Violencia de Género, la cual otorga a la mujer más autoridad que al hombre, en el sentido de que, si lo hace él, es delito pero, si lo hace ella, es sólo falta, lo que, de hecho, da lugar a que en los juzgados, en ausencia de testigos, e incluso en presencia de ellos, el testimonio de una mujer goze de mucha mayor credibilidad (o sea, autoridad) que el de un hombre.
Y, hablando de mujeres, cita usted a las prostitutas, a las que habría que proteger (o sea, conceder autoridad). Pero con las prostitutas en el ejercicio de su trabajo no se ejerce la llamada violencia de género en el ámbito familiar, que es la única que interesa al llamado Ministerio de Igualdad, de otra manera no se explica que el PSOE se oponga a regular o prohibir la prostitución. Así es que, a las prostitutas, y nunca mejor dicho, aunque resulte tan grosero (pido disculpas), que las fo… Tampoco interesan a este Gobierno de Igualdad los menores, y menos cuanto más menores sean, puesto que, en aras de la protección de los intereses de la mujer, se permite que estos entren en el mismo saco, como si fueran cosas en vez de seres humanos, que otras dos cosas, vivienda y pensión, de forma que quien se quede con los niños (la mujer) se quede con todo el saco. El Ministerio de Igualdad se opone a la custodia compartida. Los menores, en casos de separación de sus progenitores, cada vez más numerosos, se crian huérfanos de un padre que no ha muerto … salvo para pagar. Así es que la manoseada y maniquea cuestión \"¿quién debe educar a los hijos, los padres o la Escuela?\" ya no se puede plantear así, sino, merced a la dichosa ideología de género, de esta otra manera: \"¿quién debe educar a los menores, las madres, los padres, la Escuela, o todos juntos?.\"
Estos ejemplos prueban que, en el ámbito civil, la violencia sólo se mitiga con igualdad, verdadera igualdad (o sea, sin discriminación positiva), pues, con el pretexto de proteger a la mujer, se discrimina no sólo a los hombres sino también a otras mujeres y a colectivos aún más indefensos, a la vez que las mujeres no han notado ninguna disminución en el acoso de los maltratadores.
Y 2.-
De derecho, la educación (como la seguridad y pocas cosas más)pertenece a los intereses más altos del Estado, que garantiza solemnemente el derecho de todos los ciudadanos a recibirla. De ahí que los maestros puedan seguir siendo funcionarios, igual que los jueces o los policías. Un funcionario del Estado debe tener autoridad, en la medida en que ese Estads sea digno de ese nombre, es decir, un Estado con autoridad (que no es lo mismo que un Estado autoritario). Y aquí es donde se ve que somos \"nuevos demócratas\", tan esperpénticos como los nuevos ricos:
A la vez que no hay quien le tosa a un juez o a un policía (en eso la democracia es igual que la dictadura), seguimos (los adultos, no hablo de los menores) sin considerar a la Escuela como una cosa pública y de todos (o sea, del Estado). El maestro no es la autoridad del Estado que defiende nuestros valores culturales, sino el último mono, porque hemos perdido esos valores: ¿para qué sirve El Quijote o saber sumar, si ya están las calculadoras y, sobre todo, los que se forran y dan pelotazos, y hasta triunfan en la política, son unos indocumentados? Recuérdese, a este último respecto, la formación del presidente del Parlament de Catalunya, Ernest Benach, que no acabó ni el bachillerato, el CV de Bibiana Aído, las \"carreras\" de Roldán, y tantos otros ejemplos.
La madre de mi hija se dedica a la enseñanza (francés) y es funcionaria. Como no había horas en los institutos del pueblo donde trabajaba, la mandaron a la Escuela Oficial de Idiomas (oficial, o sea, del Estado, no una academia privada). En francés había pocos alumnos. \"Nos tienes (tratamiento de tú) que aprobar sin dar ni golpe porque, si no, no nos matriculamos más y se suprime la plaza de francés.\" Eso se lo decían los alumnos … adultos … ¡que eran maestros de profesión!, y se habían apuntado allí para ganar puntos para el currículo. Que es igual que si alguien llegara y le dijera a otro funcionario, llamado juez, lo cual aún está por ver, algo así: \"Me tiene que absolver Su Señoría porque, si no, no vuelvo a delinquir y Su Señoría se queda sin trabajo.\" A lo cual, Su Señoría se quedaría tan ancha porque, si hay algo que nunca faltará en una sociedad, y menos en una sociedad corrupta moralmente, esos son los delitos. Otra cosa es la Escuela, o sea, las virtudes.
En fin, que, si los maestros no son autoridad, entonces yo me pregunto si hay Estado.
(Monarquía sí, y no me refiero a la corte de Su Majestad, sino a la corte de asesores, chóferes y demás chupatintas o chupaloquesean, con cargo a nuestros impuestos, que cada político con cargo público en cualquier comunidad autónoma y hasta ayuntamiento arrastra en torno a sí, pero ¿Estado?)
Un saludo cordial, y en especial para la señora Azucena