Se llama Óscar y es bombero (de Valladolid para más señas) y el pasado viernes rescató de entre los escombros al niño haitiano Redjeson Hausteen, de sólo dos años. Óscar y sus compañeros evitaron que el terremoto devorase al pequeño. Se lo quitaron de las fauces, cuando ya empezaba a digerirlo. Cada vez que oígo a Óscar contando con voz temblorosa cómo libró al niño de una muerte segura (y horrible), me emociono y siento que el mundo tiene cura, que no está tan loco y enfermo como decía en el último comentario. Me da envidia Óscar. No ganan la milésima parte que un banquero, pero son las personas mejor pagadas del mundo.
Por cierto, los bancos, a lo suyo: están cobrando comisiones a quien envía ayudas a Haítí. ¿Hasta cuándo irritarán nuestra paciencia?. Un saludo.
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