Hace unos días, y gracias a la colaboración de la Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía, visitamos y conocimos el funcionamiento de un piso de convivencia, una medida alternativa al encierro que se suele aplicar con éxito a los menores condenados por agredir a su padres. Este es el resumen de esa visita, que hoy ha sido publicado en ideal.es y con mayor amplitud en la edición dominical de papel de IDEAL. Espero que os sea útil.
«Cuando un menor llama puta a su madre… ¡uf!, hay un problema serio. Yo puedo discutir con mi madre, pero siempre sin perderle el respeto». El que habla es Miguel, educador, que trabaja y convive con adolescentes condenados por maltratar a sus padres o hermanos. Se trata de un fenómeno emergente, lo que implica que las víctimas han dado un doloroso paso adelante y sientan en el banquillo a sus hijos. Miguel, Julio y Raquel atienden a estos chavales que ingresan por decisión judicial en el único centro de «convivencia con grupo educativo» que existe en Granada.
La mayoría de estos adolescentes pertenecen a familias normales, clases medias sin dificultades económicas. Muchas veces, el problema es un exceso de permisividad por parte de los padres. «Tiene que haber unos límites y unas normas. Eso es lo que hacemos aquí: tienen que levantarse a una hora y hacerse la cama, el desayuno, fregar los cacharros. No pueden tener teléfonos móviles, han de ganárselos. Ese es otro valor que no suelen tener: el del esfuerzo», asegura Miguel. El consumismo exacerbado es otra característica frecuente en los maltratadores juveniles. Para alcanzar ese objetivo, vale todo: incluso insultar a la familia.
Por eso, los primeros síntomas de recuperación van en la dirección contraria: «Aprenden algo tan básico como pedir las cosas por favor y esperar», relata Raquel, psicóloga. Y los propios menores se crecen con los avances: «Les enseñamos a cocinar una tortilla de patatas y al minuto llaman a casa para contar que saben hacerse de comer. Están contentos porque han hecho algo por sí mismos», asegura Julio, responsable del centro. El proceso de reeducación es rápido, con resultados en pocos días, porque los chicos son conscientes de que su conducta es reprobable y no alardean de lo que han hecho: «Todos saben por qué están aquí, pero entre ellos no hablan de lo que han hecho».
qué pena me da, sr. Morán, que el trabajo que han debido realizar unos padres, lo hagan unas personas desconocidas. Estoy segura de que, en general, a esos menores no les ha faltado nada material, pero mucho de atención por parte de sus padres. los límites han podido sólo consistir en explicarles al hijo que ellos van a ver una determinada película y los chavales, desde pequeños, se han ido a su habitación a ver lo que ellos les apetecía, si no han empezado desde aún más pequeños, que sus padres les han encendido la tele para que sus chiquitines se quedaran dormidos sin necesidad de tener que acunarlos…con lo bonito que es educar, con la satisfacción que te da que te digan «qué educados son tus hijos»… se lo repito Sr. Morán, qué pena me da!!!!
No me gustaría tener ese tipo de problemas con mis hijas.Ya he criado a un hijo (19 años) y por suerte ha sido buen chico.
SONIA no debaria usted generalizar tanto porque,a veces,sólo a veces,los hijos pueden tener buenos guias y ser ellos mismos los que se tuercen.
estoy de acuerdo con Ud., Susy, sólo me he remitido al texto del Sr. Carlos Morán, en el tercer párrafo, y a la experiencia en el trabajo en el que me encuentro diariamente.
estamos de acuerdo en que SÓLO A VECES los hijos pueden tener buenos guias y ser ellos mismos los que se tuercen, cómo no se torcerán cuando los guias no se comportan como tales.
en el caso mio el chico era consentido de daban d todo por »pena» xk no tenia a su padre alado y xk estaba »solo» y mira cmos ta encerrado en un centro d menores en almeria en el cual no hacen nada por el ¿señor juez no podria ir a una casa d estas mejor?
Cuando el médico está enfermo va al médico, como todo el mundo.
Que unos padres no hayan sabido o no hayan podido marcar unas normas no quiere decir que sean culpables de ello (Yo creo que cada uno lo hace lo mejor que sabe y puede).
Cuando una familia se encuentra en una situación de estas necesita ayuda (y no hace falta que nadie sea culpable, sí hace falta que quieran colaborar en la posible solución).
Lo del piso de convivencia parece una buena solución (después del centro de día) y también da un respiro a la familia de origen. El que algún caso no se solucione no quiere decir que esté mal. Si hay mas pisos no serán todos iguales.
Los centros de menores. Yo no tenía mala opinión de ellos…, en cualquier caso hay responsables