El suplemento V que publican los diarios regionales del grupo Vocento, entre ellos IDEAL, dedicaba su reportaje central del pasado domingo al problema de la delincuencia infantil y juvenil. Los periodistas de V quisieron contar con la opinión de don Emilio, quien, entre otras cosas, habló de la existencia de una ‘prueba de amor’ entre adolescentes que, la verdad, de amor tiene más bien poco. Es una vejación cruel y gratuita. Estas fueron las palabras de don Emilio que aparecían en el reportaje: «Las niñas tienen que hacer vídeos masturbándose y cosas de esas. Criaturas de 13 y 14 años. Se lo piden sus novios y lo hacen. ¡Hemos perdido el norte!».
Admitó que me sorprendió y espantó la revelación. Jamás había oído hablar de esa práctica. Y tampoco se me ocurre qué decir. Sólo que espero que se haga justicia. Es alucinante.
Un saludo.
Seguimos con el tama de los menores de una forma u otra.
A raiz del asesinato de la niña de Seseña, hay quién habla de reformar la Ley del Menor. Tengo entendido que D.Emilio Calatayud considera que no hay que cambiarla, en el mismo sentido se ha manifestado Mª Teresa Fernández de la Vega. Comparto esa opinión.
He leído en la revista Tiempo de 15 de abril, el artículo «Opinión» de Agustín Valladolid titulado «Indecencias», en el que dice que con la actual Ley del Menor casi nueve de cada diez menores inmersos en procesos penales no han reincidido. Esto no hace más que confirmar que la Ley está bien.
En el mismo artículo habla de que los políticos se pongan de acuerdo para lograr un gran pacto educativo para abordar este tipo de problemas. Eso estaría muy bien, pero para mí la mayor responsabilidad está en los padres, la familia. Para ser padres no nos preparan, pero sí existen unas normas básicas, de sentido común: los niños cuando son pequeños deben tener un horario, hacer sus comidas a sus horas, comer lo que les pongan en el plato, en las comidas la televisión tiene que estar apagada, sino no se puede hablar. En las habitaciones no tiene que haber televisiones y ordenadores, sino nos aislamos y no compartimos. A los niños hay que decirles «no» de vez en cuando, tienen que aprender que no están solos en el mundo, que no pueden salirse siempre con la suya, que no van a ser siempre los primeros… Hoy en día muchos niños tienen consolas, ordenadores, maquinitas… van con ellas hasta la puerta del colegio y cuando salen les esperan sus padres otra vez con la maquinita. Los padres tenemos que marcarles los límites y estar pendientes de ellos (los hijos), de verdad. A veces es difícil y estamos cansados, pero si no se hace así, es cuando se van alejando y llega un momento en que no los reconocemos y pueden llegar a hacer cosas que nunca nos habríamos imaginado.
En los colegio se nota cuando un niño tiene detrás unos padres que están pendientes de él, de su día a día, sin fiscalizar, acompañándolo, interesándose de verdad por lo que hace y ayudándolo en sus cosas.Por otro lado los medios de comunicación actuales ponen al alcance de los niños y jóvenes mucha información que no pueden asimilar. A horas de audiencia infantil ponen programas que no debían ver.
Siempre se ha dicho: «el árbol hay que enderezarlo cuando es pequeño, cuando ya tiene tronco no se puede».
Es responsabilidad de todos formar a nuestros niños y jóvenes, empezando por la familia, siguiendo por la escuela, la sociedad, todos.
En los vídeos que he visto de D. Emilio Calatayud, hace referencia a todo esto, sus sentencias me parecen ejemplares, tienden la mano.
Un saludo.
La Ley está bien siempre y cuándo se transmita. Pero quien lo hace?. Y no me refiero a las Leyes Jurídicas sino a las culturales, a las que se transmiten generación a generación y que regulan más allá del respeto al otro, al padre, a la madre y a la familia. Pienso que señalas algo muy interesante, las familias ofrecen todo (objetos) excepto algo que tenga que ver con “amor de verdad”. Por otro lado,quien representa en la familia a la autoridad, el padre, no, la madre, no, quien?. Veras cuándo llegué tu padre… ahora quien tiene que llegar? El juez, la policía, la denuncia… una ley del menor más severa?… esos hombres cada vez más apocados, inhibidos o esos terribles hombres que confunden virilidad con violencia, con una segunda madre propia o de nadie más. Esas madres y padres que dan todo para contentar a sus hijos e hijas que siguen sin valorar nada???
Un pacto educativo no resuelve ni resolverá estos problemas, ya que estas demandas al otro, vacías, de sumisión muestran hacia fuera lo que sustenta la crianza y la educación en algunas familias de hoy. No se respeta a un educador si no se respeta a una madre y a un padre, y ese respeto no fluye sin más, se crea respetando esencialmente desde los padres y madres a sus hijos. El padre y la madre son el modelo a seguir. Si lo padres respetan, si utilizan el diálogo, si resuelven sus diferencias con tolerancia, si confían en sus hijos, si aunque trabajen tratan de pasar tiempo con calidad con ellos…. Lo social, el entorno influye pero no reconvierte, aunque también es verdad que no existe garantía.
¿Qué entienden por amor los jóvenes?. A mi me parece que la cuestión es que tipo de amor se le transmite a los jóvenes. Un niño va al cole y le dicen: que un hombre y una mujer no se pegan, no se insultan, pero ese niño vuelve a su casa y se encuentra a su madre y su padre dándose palos. O llega a su casa añorando a su madre o a su padre, le dan un huevo de chocolate y lo envían delante de la tele tonta sin prestar atención a la emisión.
Lo preocupante es como el otro va siendo un resto, un mero objeto del que despojarse si no colma la demanda, «si no me das un beso te mato». Pensemos¡¡¡¡¡¡¡ es una solicitud infinita, dame, dame…….
yo creo en este caso que estamos acostumbrados a no querer a las personas por su interior, sino al físico, con esto no quiero decir que lo primero que entra por los ojos es el físico, claro, pero luego, mantener una relación es RESPETARSE, poner al otro en primer lugar que a uno mismo,querer que el otro esté bien,y todo esto, tanto a estas generaciones como a la mía propia, les suena a chino, predomina el egoísmo, el yo antes que tú, el yo quiero esto y tú no me lo das, el si tú no me lo das, entonces yo te…. y así nos va.
No podemos enseñar lo que nosotros mismos no conocemos.