Que haya luz: no hay mejor consejo para poner coto a la epidemia de los hijos que pegan a sus padres. Intentar ocultar el problema (como sucede con el acoso escolar) o ignorarlo no sirve de nada. Sólo lo empeora. Es lo que viene a decir el Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, en estas declaraciones que ha hecho a la agencia Europa Press. «El Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, animó hoy a los padres a pedir ayuda especializada ante la agresión por parte de sus hijos, un fenómeno «serio y grave» que, según dijo, es «creciente», de modo que desde principios de la década ha crecido entre un 30 y 40 por ciento.Según indicó Chamizo, ya en 2001 la institución comenzó a recibir a personas que solicitaban ayuda porque «no podían controlar la agresividad de sus hijos». Posteriormente, en 2003, el Defensor, ante la reiteración de casos, advirtió en el Parlamento la existencia de una nueva variante de la violencia intrafamiliar, la dirigida de los hijos a los padres.Sin embargo, las medidas que se han tomado para frenar este fenómeno «han sido tardías», dijo, y desde entonces los casos de violencia de hijos a padres han crecido en torno al un 40 por ciento, según los datos que se recogen en la memoria de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). El perfil tipo de estas conductas agresivas se corresponde, según explicó, a jóvenes de entre 14 y 17 años fundamentalmente, pertenecientes a familias de nivel medio o medio alto. De hecho, recordó que el primer caso que llegó a la institución fue el de una pareja compuesta por una abogada de prestigio y un profesor universitario que decían no poder controlar a su hijo.
El Defensor insistió en que existen medidas para frenar este tipo de comportamientos disruptivos que «tienen solución», como terapias familiares y, de ser necesario, el traslado temporal de los menores a pisos de convivencia tutelados, que es la opción que «está dando mejores resultados».
«Se ha comprobado que una vez que los menores con problemas de conducta viven durante un tiempo en pisos tutelados dónde se les ponen los límites que sus padres no han sabido imponerles, el nivel de reincidencia es bajísimo», aseguró, insistiendo en que «cuando la convivencia se ha destruido lo mejor es que el menor salga de casa temporalmente para que pueda comprender qué ha sucedido».
Según el Defensor, las causas de base que están detrás de este fenómeno se encuentran en el modelo económico imperante, que obliga a ambos progenitores a trabajar prácticamente todo el día fuera de casa «desatendiendo el cuidado y atención de sus hijos».
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