Aquí os dejo una historia curiosa que hoy en publicado en mi periódico, IDEAL, y en www.ideal.es. Espero que os guste.
El suceso ocurrió en 2008. Todo empezó en la capital granadina. Un muchacho menor de edad es abordado en el centro de la ciudad por un individuo adulto que le propone un trato que no tiene demasiada buena pinta: necesitaba a alguien para que pasase por él la ITV de un deslumbrante Porsche Cayman S, un deportivo cuyo precio ronda los 70.000 euros y que puede alcanzar una velocidad cercana a los 300 kilómetros por hora . El adolescente aceptó.
El adulto citó entonces al chico en una villa castellano-manchega que está situada a algo más de dos horas en coche de Granada. Al parecer, el hombre creía que allí lo tendrían más fácil. No se equivocó.
El muchacho superó las pruebas sin problemas. Incluso entregó el DNI, pero se ve que nadie se percató de que aún no había cumplido los 18. Tampoco extrañó a nadie que alguien tan joven condujera un vehículo tan despampanante. Increíble. El éxito de la operación fue sólo temporal.
Las fuerzas de seguridad abrieron una investigación que puso de manifiesto todas las irregularidades del caso… y alguna más: el Porsche había sido robado unos meses antes en Italia, concretamente en la ciudad de Milán. Un embrollo con implicaciones internacionales en el que se había visto envuelto un adolescente granadino.
La Fiscalía de Menores de Granada acusa ahora al chaval de la presunta comisión de un delito de falsedad en documento público y pide para él una condena de un año y seis meses de libertad vigilada.
La infancia bajo control
¿NIÑOS DELINCUENTES?
El viernes 30 de abril a las 22.30 y el sabado 1 mayo de 2010 a las 10:50 se proyectó por el canal ARTE + 7 de la TV francesa una película de 52´ de duración, La infancia bajo control, realizada en Francia por Marie-Pierre Jaury, en 2009, que sale al paso de un informe del INSERM (Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica de Francia), del 2005, titulado «Los trastornos del comportamiento en el niño y en el adolescente», en el que presumían haber llegado a la conclusión de que era posible predecir que un niño travieso o desobediente pudiera llegar a convertirse en delincuente en la edad adulta y en consecuencia recomendaba detectar cualquier posible alteración en su comportamiento desde la guardería, para evitar que se convirtieran en futuros criminales. Entre los rasgos infantiles que permitirían predecir al criminal del futuro están la agresividad, el cinismo, la escasa docilidad o el bajo índice de moralidad. El informe fue utilizado como base de un anteproyecto de ley sobre la prevención de la violencia que preveía la creación de un carné de comportamiento que serviría para realizar un seguimiento del pequeño que, en caso de no ajustarse a los criterios de normalidad del Gobierno de turno, debería ser modificado con fármacos.
Afortunadamente el informe y el anteproyecto de ley provocaron una revuelta de numerosos pediatras, psicólogos psicoanalistas e intelectuales, y de muchas de sus instituciones, que acusaron al INSERM de querer promulgar la vigilancia generalizada de los más pequeños,desde la edad de 3 años, bajo la influencia de la psiquiatría conductista anglosajona, legitimando así una ideología «de la seguridad» que está en plena expansión. Una ideología fascista que pretende delirantemente localizar desde la primerísima infancia a los futuros delincuentes potenciales con el fin de prevenir lo que un diputado ponente denominó sus «comportamientos desviados». Una peligrosa manera de ver las cosas que ya está determinando las politicas sanitarias y sociales en países como Canada, Alemania y Gran Bretaña. La premisa de la que parten es que la delincuencia es una enfermedad reconocible desde la temprana infancia. de manera que los gobiernos con el apoyo de las neurociencias y de la psiquiatría deben poner a la infancia bajo estricta vigilancia.
Para las neurociencias a cada trastorno le corresponderí a su detectable y comprobable molécula. La etología, la neurobiología y la genética se dedican a investigar las causas fisiológicas de los comportamientos «antisociales». Cada vez se utilizan tests más irracionales para diagnosticar más precozmente la «anormalidad» de los ataques de cólera, de las angustias, depresiones, hiperactividad o de las dificultades para concentrarse de los niños. El objetivo es curarlos con diversos medicamentos, que la perversa industria farmacéutica aconseja, y que les son administrados a los niños cada vez más frecuentemente, como el Prozac (fluoxetina) , paroxetina, Ritalina (metilfenidato) , ansiolíticos, antipsicóticos y antiepilépticos. Sustancias todas con reacciones adversas y consecuencias catastróficas. Apoderarse de objetos, no prestar atención, desobedecer, mentir y soltar agresividad se identifican como síntomas de esos «trastornos del comportamiento» clasificados por la biblia de la psiquiatría americana, el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico), entre más de 400 patologías.
Con claridad y concisión, la película entrevista a investigadores y profesionales de los diferentes países a los que esto concierne (también de Suiza y Bélgica) y escuchando los argumentos de ambas partes, intentan alertar sobre las falsas raíces científicas de esta totalitaria política de control y sus posibles consecuencias. (Agradecemos a Isabel Nuñez Salmerón la información sobre la emisión de la película)
En la sociedad planificada que describe, el psicólogo de Harvard, B. F. Skinner, creador del conductismo, el control de los seres humanos desde la infancia sería tan ‘científico’ que no se producirían disidencias con el orden establecido: «Podemos lograr un tipo de control bajo el cual las personas controladas, aunque estén siguiendo un código inimaginable en el sistema antiguo, se sientan, a pesar de todo, libres. Están haciendo lo que quieren, no lo que se les obliga. Esta es la fuente del tremendo poder del refuerzo positivo: no hay restricción y no hay rechazo. Mediante un cuidadoso plan cultural, no controlamos la conducta final, sino la inclinación a conducirse: los motivos, los deseos, las aspiraciones. Lo curioso es que, en ese caso, nunca se suscita la cuestión de la libertad». (Walden 2)
Los profesionales que practican los TCC (Tratamientos Cognitivo Conductuales) , los psiquiatras y los neurocientíficos se han constituido en la vanguardia ideológica de los que quieren controlar y someter nuestras vidas, nuestras conductas, nuestro pensamiento, nuestras elecciones y nuestros deseos a los intereses de los sectores dominantes. No todos los pertenecientes a las profesiones enumeradas, pero sí una gran mayoría. Aunque puedan no ser conscientes de ellos. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
Un día, estando en la sala de espera de un centro de salud, observé como en la sala contigua, de siquiatría infantil, había un grupo de niños de varias edades acompañados de un educador. Y, oh Dios!, no se distinguían de los yonquis que todos los días veo por la calle. Su manera de hablar, arrastrando las palabras; su manera de estar, apoltronados en las sillas, la falta de alegría, la apatía…
Efectivamente, a esos niños los vemos como futuros delincuentes potenciales y ya sabemos la fuerza que tienen las etiquetas diagnósticas que acompañan para toda la vida, o vemos a niños desatendidos, con desventajas sociales, en situación de abandono escolar, con familias desestructuradas, tristes, deprimidos, sin juegos propios de la infancia, carentes de un entorno en el que confiar para madurar y desarrollarse.
Quizás, en lo que se parecen quienes lo tienen TODO, y los que no tienen NADA es esa imagen de derrumbamiento, de apatía ya que el deseo queda ocluido, o por los objetos y objetos y objetos de la opulencia, o bien por la esterilidad de familias que desatienden las necesidades básicas de la infancia, tan imprescindibles para estructurar una cierta satisfacción por la vida.
Los centros de menores están repletos de esos niños. Idos, agresivos, intolerantes, caprichosos, desafiantes, enfadados con el mundo…luchando en un mundo de adultos sin ni siquiera haber sido niños.
Bueno, corto que me voy