La autora de este extenso pero interesante comentario es profesora. Ella lo redactó como carta personal a don Emilio. Nosotros le pedimos permiso para publicarla en el blog porque su punto de vista es privilegiado. El estilo casi documental del escrito le otorga mayor valor aún.
«La cara A: El menor y la enseñanza pública
Cuando pregunto a mi hijo por qué abandonó los estudios en 4º de la ESO no duda en contestarme, -por los porros y por las mujeres-.
Manuel cumple ahora 18 años en el mes de Noviembre. Empezó a fumar porros con 13 años, según él por las mujeres o por destacar en el grupo. Lo dejó con 16. En estos duros años para él y para todos pasó a 4º eso con prácticamente el curso de 3º completo, repitió 4º, y finalmente a mitad de repetir 4º fue expulsado definitivamente del instituto, bajo amenaza de que si no se iba de allí de forma voluntaria le abrirían un expediente con el cual llevaría una mancha con la que le resultaría difícil ser admitido y bien considerado en otros centros.
Quiero comentarle que según los psicólogos del colegio al que fue antes del instituto, mi hijo es “sobredotado”, es decir casi al nivel del superdotado sin llegara a serlo. Es un manojo de nervios, creativo al 100%, destacaba en todas las actividades que ha hecho antes de llegar a la adolescencia: música, ajedrez, baile, gimnasia, dibujo, esta última en especial. Su hermano mayor es muy brillante y buen estudiante, actualmente estudia Filosofía con una beca Erasmus en Roma.
Desde los 13 a los 16 años fue expulsado de su instituto unas 10 veces o más, la última, una semana a casa por comer pipas en clase, pero la triste realidad, porque era molesto, mucho. Indisciplinado, respondía de forma maleducada, no tenía miedo a los castigos, y discutía como lo hace un adulto, con argumentos, tanto con el jefe de estudios como con el director del centro. Siempre hemos apoyado a los profesores y las decisiones que tomaron con él. Desde los 13 años he solicitado varias veces al instituto a través de los tutores la ayuda del psicólogo del centro y de los orientadores, sin obtener respuesta alguna. En vista de ello acudimos a un psicólogo externo, de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción, que nos habló de la posibilidad de que Manuel tuviera hiperactividad y déficit de atención, y nos dio pautas para cambiar nuestro comportamiento hacia él como padres. Nos felicitó por cómo estábamos haciéndolo, e incluso quería llevarnos de ejemplo a las charlas que impartía, ya que nosotros estamos divorciados, pero esto no fue impedimento para luchar siempre unidireccionalmente en la ayuda hacia nuestro hijo.
Manuel y su hermano han sido garffiteros, han tenido multas por ello, y en dos ocasiones él se ha librado de juicios por este tema. Ahora mismo tiene uno pendiente con la Fiscalía de Menores por pintar en la pared del centro de salud del pueblo de Torrelodones. Su hermano fue condenado al pago de 1000 € de multa, que se había ganado pintando cierres de tiendas legalmente, e hizo trabajos sociales durante quince días. Los amigos de Manuel, en su mayoría también abandonaron los estudios y acuñan el término “nini” con su propia experiencia, la mayoría fuman porros y no quieren dejarlo.
Manuel ha obtenido el título de graduado en ESO en un centro para adultos, con 15 años, y el año pasado se matriculó en bachillerato artístico, pero a las dos semanas lo abandonó. Buscó trabajo, seguro de encontrar, pero la crisis le devolvió la dura realidad de que no hay trabajo para él. Por esas fechas yo acababa de encontrar por fin un empleo, después de dos años y medio en paro y por supuesto agotar la prestación de desempleo correspondiente a toda mi vida.
Este curso Manuel está estudiando bachillerato a distancia, sacándose el carnet de conducir que paga con sus ahorros, madruga y busca trabajo, se ha vuelto cariñoso y responsable, afronta sus errores y pide perdón si se equivoca. Está convencido de que va a ayudar a sus amigos a salir de la situación mala por la que él ya ha pasado.
La cara B: El profesor y la enseñanza privada
Soy profesora de Plástica de secundaria, desde 1º a 3º ESO. Tengo 45 años y he pasado por empresas grandes como Tele 5, por empresas pequeñas y familiares, por tres de los “mejores” colegios privados de Madrid. Actualmente estoy en paro. Mi último contrato empezó el curso pasado el 31 de Agosto del 2009 y acabó el 31 de Agosto del 2010 y no me lo renovaron. Fui avisada el mismo día 31 de Agosto por la tarde después de haber firmado la carta de fin de contrato, aunque tres días antes ya me habían ingresado el finiquito, la mísera indemnización y mi sueldo, sin haber firmado nada. Trabajé este pasado curso en un prestigioso colegio de Madrid, cuyo nombre omito. Impartía clases en 1º ESO y sólo un grupo de 3º ESO. Me han despedido, en palabras de su directora, por no saber mantener la disciplina de los alumnos del grupo de 3º. Sin embargo estos alumnos aprobaron al 100%, aprendieron todo lo que les correspondía y alcanzaron un buen nivel académico en mi asignatura. Esto no ha parecido ser importante en la toma de decisión de la expulsión, así como tampoco mi trabajo desarrollado con el resto de niveles.
Durante el curso conté a mis compañeros las cosas que ocurrían en clase, la desobediencia, la falta de disciplina del grupo, mi experiencia con ellos, los castigos que puse, los logros que iba consiguiendo. Emití partes de disciplina a los tutores, no de expulsión, pues está prohibido expulsar del aula, hablé con la coordinadora de ciclo. La respuesta que obtuve del centro fue que esos alumnos eran así y ellos no podían hacer nada, pues a pesar de su indisciplina, los profesores a nivel individual debíamos sufrirlo y poner nuestros recursos para solucionarlo. No he tenido apoyo por parte del centro ni de los coordinadores y mis propios compañeros me confirman que debería haberme callado y haber intentado solucionarlo en silencio. La propia coordinadora de 3º y 4º eso me expuso que este problema parecía sólo ocurrir en mi clase y en la de música, no siendo esto cierto, ya que mis compañeros docentes me transmitían lo contrario y me contaban sus experiencias. El profesor de música fue grabado en video y colgado en la red, con la consiguiente amenaza de denuncia de los padres de uno de los alumnos más indisciplinados del grupo. Este alumno tenía la matrícula retenida para el curso siguiente debido a su comportamiento, pero su padre presionó al colegio con la amenaza del video recibido diciendo que cómo el centro podía permitir eso.
El último día de clase mis alumnos decidieron montar el número de despedida, rompieron los trabajos del curso que les iba entregando y hacían grandes aviones con ellos, algunos los lanzaron por encima de mi cabeza. Interrumpí la clase, guardé silencio de brazos cruzados y pedí a varios que se quedaran en el aula cuando terminara la clase. Al finalizar la hora se unieron a los castigados otros alumnos que no eran del grupo y que por tanto no deberían de estar allí, para boicotear el castigo. Sufrí una cierta agresión verbal por parte de un alumno que se me acercó mucho y me preguntó si no tenía hermanas, hijas o tías que estuvieran buenas para él, se rió de mí y me dijo varias veces que estaba loco, haciendo gestos frente a mi cara. El resto de los alumnos, todos varones, reían y gritaban. La situación fue muy tensa hasta que llegaron varios tutores y comenzaron a gritarles y a amenazarles. En ese momento comencé a sufrir palpitaciones, rabia y un ataque de ansiedad y salí del aula muy angustiada. Una vez fuera y sin que me vieran los alumnos rompí a llorar y me vieron la coordinadora y algunos compañeros. Nadie me preguntó qué había pasado, sólo expulsaron al alumno. Sin embargo tuve que ser yo la que habló con su padre, pues ni su tutora ni la coordinadora me apoyaron; me pasaron el teléfono para contarle lo que había ocurrido. Su padre avergonzado e incrédulo se deshizo en disculpas. Durante varios días estuve triste e incómoda, pues el claustro hablaba de mí a mis espaladas pero no me preguntaban qué era lo que realmente había pasado.
El Centro comparte la filosofía de Marc Prensky en lo que se refiere a alumnos nativos digitales. Sigue las pautas de Eduardo Punset en la educación emocional de sus alumnos. Incorpora este año en 1º ESO el aprendizaje cooperativo del Dr. Spencer Kagan y una enseñanza a través de una plataforma digital de las asignaturas del curso. Tiene una dotación informática de lujo, pizarras digitales en todas sus aulas, un ordenador portátil por alumno, wifi, consola wii para el recreo, etc. Personalmente tengo un nivel bastante alto en el conocimiento de las TIC, además recibí con ellos un curso con Pere Marques de metodología 2.0 y lo he puesto en práctica durante el curso pasado.
La filosofía del centro defiende que los alumnos, nativos digitales, se aburren en las clases porque los métodos de los profesores deben cambiar y adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos. El profesor debe dejar de impartir conocimientos para enseñar a los alumnos a pensar, a escoger. Según sus propias palabras “ en el nuevo paradigma docente el profesor asume un nuevo rol en el aula como agente de innovación y cambio: el de planificador y mediador del aprendizaje, diagnosticador de las fuerzas y debilidades del alumno, sensibilizándolo ante el nuevo conocimiento, promoviendo su comprensión y transferencia a todos los ámbitos de la vida, y favoreciendo, a la vez, la individualización de todo el proceso docente. El aula, física y virtual, es para el profesor un espacio para el trabajo colaborativo con el equipo de profesores y los alumnos, así como para su propio proceso de aprendizaje, reflexión y perfeccionamiento docente”.
La semana pasada asistí al Global Education Forum, promovido por la Fundación Sek, dado mi interés en la Educación.
Ayer asistí al debate organizado por la Fundación Canal “La educación a examen” en el que escuché atentamente sus puntos de vista. Soy docente, soy madre y me siento víctima del suspenso en la Educación en ambos aspectos.
He creído conveniente redactar esta carta de reflexión intentando contar mi experiencia y sin posicionarme, por si a ustedes les sirve también para ello, revisando un caso real y actual. Tan sólo puedo asegurar que mi experiencia no me ha servido para aclarar mis ideas ni resolver mis dudas. No sé si a ustedes les servirá de algo.
Atentamente,
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