Hace unos días, el juez estuvo en Cádiz. He aquí la crónica que elaboró para la ocasión la compañera Pilar Solís, de ‘La voz digital’. Los argumentos no son nuevos, pero suenan como si lo fueran. Ahí reside una buena parte del secreto de Emilio Calatayud: que su discurso no pierde actualidad. Esperamos que os guste.
«Hablando como padre y no como juez de menores, Emilio Calatayud se presentó ayer en Cádiz pidiendo disculpas por si alguien se sentía ofendido: «Pero, en cuestión de menores, hay que huir de lo políticamente correcto y hablar claro». Eso fue lo que hizo, hablar alto y claro para que los asistentes al Palacio de Congresos tomaran buena nota de sus palabras.
Durante su conferencia ‘Menores y alcohol, la responsabilidad familiar’, enmarcada en las I Jornadas Alcohol y Familia organizadas por la Asociación ARCA , Calatayud abogó, en todo momento, por la necesidad de un pacto de menores, aunque dudó de que la propuesta prospere «porque si no somos capaces de llegar aun pacto por la educación, menos lo vamos a hacer por los menores».
Atendiendo a tres pilares fundamentales como son la familia, la escuela y la sociedad, Calatayud señaló como principal causa de los problemas de los menores, «el complejo de democracia joven que padecemos pues hemos pasado de deberes y deberes a derechos y más derechos». «Ahora, ya no vuelven a las diez en casa, ‘porque lo digo yo’; sino a las dos de la mañana, porque lo dicen ellos»; no hay punto intermedio. En medio de este complejo de democracia joven, «los padres queremos ser colegas de nuestros hijos, sus amigos, pero por mucho que digan, no podemos porque si no les dejamos huérfanos».
La misma situación la extrapola a la escuela donde «ya no hay maestros, ahora son profesores que se limitan a dar su hora de clase y nadie se acuerda de la tarima ni de don José, ahora es ‘Pepito’». Aspectos como éste contribuyen a la pérdida de la autoridad. En cuanto algunas medidas adoptadas por los centros escolares como las expulsiones, el juez de Granada apostó por medidas específicas dentro del mismo centro con el apoyo de profesionales.
En cuanto a la sociedad, Calatayud fue duramente crítico con el fácil acceso tanto a las drogas como al alcohol por parte de los menores: «Con trece y catorce años ya beben y fuman». «Lo peor es cuando dicen que controlan y van de duros pero, luego, cuando cometen un delito y los internas en un centro, allí no hay tipos duros, sólo hay niños llorando».