Esta misma mañana, don Emilio y yo hemos mantenido una conversación informal con un agente del Grupo de Menores de la Policía Nacional. Ha sido muy interesante. Hablábamos de la necesidad de contar en los medios de comunicación las noticias sobre los delitos que cometen los menores (por supuesto, respetando su intimidad al máximo: ni iniciales de los infractores ni nada de nada) para que los padres conozcan lo que hacen sus hijos… o lo que pueden llegar a hacer. Sin embargo, el policía era escéptico. «Los padres no se sienten aludidos por esas noticias. Un padre y una madre siempre piensan que sus hijos nuncan van a hacer algo malo: eso lo hacen los hijos de los otros’. Y cuando ocurre, no se lo creen. Esa es mi experiencia. Cuando detienes a un menor, en la mayoría de los casos sus padres te dirán: ‘Es imposible, mi hijo no puede haber hecho eso que dice usted. Tienen que estar equivocados’. Pero no, no solemos equivocarnos. Los que se equivocan son ellos». Cuando digieren lo ocurrido, lo normal es que los padres se vengan abajo, aunque también hay alguno que se toma la justicia por su mano… «En una ocasión tuvimos que separar a un padre de su hijo porque se lío a tortas con él después de enterarse de que el niño era el sospechoso de haber dado un tirón. El hombre nos dijo que se iba a encargar de que su hijo no volviera a pasar por el juzgado y la verdad es que así ha sido».

El policía también comentó que ya hay casi tantos menores infractores de clase media y alta («de colegios pijos», precisó) como de clases bajas y barrios marginales. Resumiendo: que fuera tópicos. El propio don Emilio ya lo ha dicho en alguna ocasión: llevar al niño a un instituto de postín no es garantía de que no meterá la pata.