Hoy está en los quioscos un nuevo número del suplemento Salud revista.es, que se reparte con los periódicos del grupo Vocento. En él, don Emilio habla de la Ley Antitabaco y del botellón -un tema que ya comentó aquí en el blog en su día- y también de si existe la posibilidad legal de que los padres que estén hasta el gorro de sus hijos se ‘divorcien’ de ellos. Aquí van las respuestas a tan espinosa cuestión.
-¿Pueden unos padres que están hartos de sus hijos ‘divorciarse’ de ellos?
-(Don Emilio) No puede existir un ‘divorcio’ entre padres e hijos. Se es padre o madre para toda la vida. Pero lo que sí puede darse es una especie de separación, por decirlo de alguna forma. Vamos a ver, si el hijo es menor de edad, los padres tienen dos posibilidades. Primera: entregar la custodia del niño a la comunidad autónoma. Se declara una situación de desamparo y los padres ceden la custodia a la administración competente. Esto es es algo que, ocurre con relativa frecuencia. Segunda posibilidad: cuando el chaval tiene 16 años y se cumplen los requisitos legales, se puede establecer una emancipación. Es un permiso que concede el Estado, por vía judicial, para que el menor viva fuera del hogar familiar. Es un acto jurídico en el que se fijan una serie de condiciones. Es una figura que antes se utilizaba mucho para los chavales que se iban a estudiar fuera de su ciudad y tenían que alquilar un piso, etc. Era como un paso intermedio entre la minoría y la mayoría de edad. Y existe una tercera posibilidad de ‘separación’ para cuando el chico ya es mayor de edad, es decir, a partir de los 18 años. Si mi hijo no acepta unas normas, yo puedo decirle que se vaya de casa y viva de forma independiente, pero estoy obligado a mantener el derecho de alimentos. Tengo el deber de alimentarlo, pero nadie puede obligarme a convivir con él si no respeta unas determinadas reglas. Por cierto, que si los hijos tienen trabajo y sus padres caen en peor fortuna, también tienen obligación de ayudarles. Lo normal es que ocurra lo contrario: que los padres acudan en ayuda de los hijos. Y, por cierto, eso es lo que está salvando la crisis.
-Imaginemos que alguien recurre a una de estas fórmulas para echar un pulso a su hijo, para forzarle a que mejore su comportamiento aunque en el fondo no quiere que se vaya de casa…
-(don Emilio) Pues esa persona debe saber que está corriendo un riesgo. Cuando se plantea un órdago, hay que tener claro que puede perderse. Pero también es cierto que hay situaciones en las que no queda más remedio que ‘separarse’, que no ‘divorciarse’, insisto.
Yo hace tiempo que me separé…es lo más duro.
Ellos tienen la sartén por el mango, porque saben que en el fondo somos los que más sufrimos con esta situación.
He llegado a la conclusión, que no vale la pena el echarlos de casa, se pasa fatal, porque ellos se van y les dá todo igual, se buscan la vida o malviven en casa de unos amigos o de otros, solo quieren pasarlo bien y mientras, tú eres la persona más desgraciada de la tierra…ellos ganan y lo saben…
Yo ya he dejado de decir: «vete de casa», simplemente cuando va a venir le digo, que no vamos a estar, que nos vamos fuera…en fín, un buen invento y además no te pueden echar en cara que lo has echado y con el tiempo se empieza a «mosquear» pensando que realmente ya no es el centro del universo para sus «papis»…
Una cuarta posibilidad, en situación límite, es denunciar al hijo ante la Fiscalía de Menores, por malos tratos familiares y conseguir obtener una Orden de Protección que incorpore una distancia y tiempo de alejamiento y que se encargue el Juzgado de Menores del mismo, enviándolo si es preciso al Centro de internamiento de Menores, donde sabrá apreciar que sus padres lo trataban mejor que en dicha Casa de acogida.
Si esmayor de edad, lo mismo que el anterior pero ante el Juzgado de Guardia competente.