Selectividad

34 grados y la obligación de examinarte de Selectividad (todavía se llama así, ¿no?). Veo a los que ahora están pasando por ese trance y no siento ninguna nostalgia de la adolescencia y la juventud (y es raro, porque a partir de los 40 no haces más que mirar la vida a través del retrovisor). No tengo un gran recuerdo de aquellos días (creo que fueron dos). Es más, lo pasé bastante mal. Me preguntaron, entre otras cosas, por los presocráticos y algo sobre el arte romano. No era demasiado complicado, pero lo único que quería yo era acabar de una vez. No me gustaba el sitio (un instituto que estaba a unos diez kilómetros del mío), ni el ambiente ni nada… Curiosamente, aquella desazón que sentía me ayudó a mantener la calma y a aprobar. Si suspendes, no pasa nada, me dije, ya te buscarás la vida. Y como suspender era lo peor que podía pasar en aquel contexto, pues me tranquilicé. Asi de contradictorio es el ser humano: lo mismo que te inquieta, si lo llevas a su grado extremo, te aquieta.

Un saludo y suerte para todos los ‘examinandos’.

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