Solo tienen doce o trece años, pero ya han agredido a su madre o han acosado a un compañero de colegio a través de Internet. Han delinquido, pero son demasiado niños para ser juzgados. Por ley, no pueden ser acusados ni procesados -en España, la edad penal se sitúa en los catorce años-. Pero sí pueden pedir perdón a sus víctimas, ser amonestados o aprender a controlar sus emociones. En Granada, gracias a un plan de intervención de la Consejería de Bienestar Social de la Junta, se viene haciendo desde 2007 y los resultados no pueden ser más alentadores: en 2010, casi el 90% de los 165 chavales que aceptaron participar en esta experiencia no reincidieron -la decisión de entrar en el programa es voluntaria: deben dar su consentimiento el menor, su familia, o ambos-