Venía esta tarde hacia el periódico y me he topado con un accidente mortal de tráfico. El día en Granada era deslumbrante. Ni siquiera hacía demasiado calor. Solo la cantinela irritante de la ‘prima de riesgo’ en la radio de mi coche añadía una sombra de preocupación a una jornada que se adivinaba perfecta… Pero en la siguiente curva aguardaba la tragedia. Los bomberos se afanaban por liberar de una cárcel de hierro retorcido el cuerpo de una mujer del que la vida ya había escapado tras una colisión espeluznante contra un camión de gran tonelaje. Para un periodista, eso es trabajo. A pesar de los retratos que de nosotros suelen ofrecer las películas, no es un trago agradable. Tienes que hacer preguntas delante de una sábana blanca que tapa una vida. La víctima tenía 50 años y, probablemente, se dirigía a su trabajo. Todo eso se acabó en un segundo. Imposible no pensar en su familia y sus amigos… ¿Qué dejaría atrás? ¿Qué no habrá podido hacer?
Cuidaos, volved de la vacaciones… Hay que vivir.