Llegué a casa tarde. Los telediarios ya habían empezado. Ese día no había conseguido ninguna noticia, así que estaba un poco mosqueado. Mi hijo apenas tenía un año y estaba dormido. Mi mujer me comentó que un avión se había chocado contra un rascacielos en Nueva York. En ese momento no presté demasiada atención. No tenía de qué escribir. Esa era mi principal preocupación. ¡Qué ironía! Mientras tanto, la noticia del siglo seguía creciendo delante de mis narices. Por fin me acerqué a la tele y entonces se estrelló el segundo avión. ¿¡Pero esto qué es!?, me pregunté inquieto. Enseguida se apoderó de mí una potente sensación de irrealidad. Cuando las torres cayeron y se hablaba del ataque al Pentágono, creía estar en medio de un mal sueño. Mi mujer y yo estábamos atónitos. Llamé por teléfono a mi hermano y le dije: ¿Estás viendo el Apocalipsis por la tele?.
¿Dónde estabas tú? Un saludo.
Deja un comentario