Aquí os dejo una noticia que he publicado hoy en Ideal e ideal.es. Habla de lo que caro que, algunas veces, puede salir querer proteger a los menores… de sí mismos. «El hombre hizo bien su trabajo: quiso ser ‘legal’ y eso le costó una paliza. Sucedió el pasado mes de mayo en un pub de la capital granadina. En el interior del local había un grupo de una decena de chavales que era manifiestamente menores de edad. Es decir, que, según una norma autonómica de 2005, no debían ni podían estar allí.
Un trabajador del establecimiento -concretamente, el encargado de las relaciones públicas- se acercó a los adolescentes y les invitó a que abandonaran el bar de copas. Incluso se molestó en detallar las razones de su petición: en el pub solo podían entrar personas mayores de 18 años. Tenían que irse.
Los muchachos se fueron, pero, a tenor de lo que ocurrió instantes más tarde, parece que no de muy buena gana.
Poco después, el trabajador del bar salió al exterior y se topó de nuevo con los jóvenes. Estaban molestos y le pidieron explicaciones. Se inició una discusión y uno de los chicos golpeó en el rostro al empleado del local. Luego lo pateó. Otro chaval se sumó a la agresión y también se lió a patadas con la víctima, que cayó al suelo y sufrió contusiones de consideración. De hecho, tuvo que someterse a tratamiento médico y tardó un par de meses en recuperarse.
Los dos agresores han sido condenados ahora por la comisión de un delito de lesiones. En realidad, los adolescentes se conformaron con el relato de los hechos elaborado por la Fiscalía de Menores de Granada y no fue necesario celebrar la vista oral del juicio. Los acusados admitieron su responsabilidad y quedaron condenados en ese mismo instante: tendrán que colaborar con Cruz Roja -en el acompañamiento a ancianos o enfermos, por ejemplo- durante cien horas y, además, deberán indemnizar a la víctima con dos mil euros -mil cada uno; y si ellos no tienen ingresos, serán sus padres o tutores legales los que harán el correspondiente desembolso»-.