Buenas, soy Emilio Calatayud. Cuando doy alguna charla, suele haber padres que se me acercan para decirme que yo condené a sus hijos y que están muy agradecidos. Me cuentan, por ejemplo, que su chaval era un desastre, pero como le pusimos la medida de sacarse la ESO, pues al final ha encontrado trabajo y le va bien. Es muy gratificante escuchar cosas así, la verdad. Lo normal es que ni me acuerde de los chavales, pero es bonito. Aunque haya quien piense que soy un ‘buenista’, que ya sé que hay quien piensa eso de mí y lo respeto. Pero hay otra cosa que me gusta casi como lo que acabo de explicar: cuando se me acerca un estudiante de Derecho y me dice que quiere ser juez de Menores. Y me pasa bastante, la verdad. No se van a hacer ricos ni alcanzarán grandes puestos -como yo siempre digo, el juez de Menores es el menor de los jueces-, pero tendrán grandes satisfacciones. Por ejemplo, que una madre te diga que enderezaste a su hijo. Un saludo.
Lo bonito es poder tener la oportunidad de decírtelo en persona. Es una sensación maravillosa tener delante a tu referente, desde antes de empezar la carrera, y poderle decir: «tú tienes mucha culpa de que yo ahora esté opositando y voy a ser como tú». No todos pueden.
Es, además, una inyección de ganas de seguir adelante cuando ves que la persona que tienes como referente es tan cercana y tan real.
Gracias Emilio, muchas gracias: la experiencia me hizo coger los temas y estudiármelos con más ilusión que nunca y, de hecho, mi cante de ayer fue de los mejores.
Estás, como en ocasiones he oído, sorprendido tú mismo del «fenómeno Calatayud». Pues bien, además de sorprendido, siéntete orgulloso porque, además de la genial función social que tal fenómeno está produciendo hace años, haces que algunos jóvenes queramos continuar tu labor.
Ahora soy imparable, ¡voy a por más temas!