Ayer celebrábamos con entusiasmo la noticia de que el Granada, gracias a una carambola, se mantenía en la Primera División. Y hoy nos quejamos de lo poco que dura la alegría en la casa del pobre. Ya están de vuelta los de la prima de riesgo y compañía. Da la impresión que detrás de esta crisis están las fábricas de ansiolíticos, que deben de estar forrrándose. Y lo peor es cada vez cunde más la sensación de que ya no se puede hacer nada más, de que hemos gastado todos los cartuchos, no hemos hecho blanco y ahora estamos desarmados. Eso sí, el Granada jugará en Primera División la próximo Liga (si es que hay Liga, porque uno ya empieza a dudar de todo).