Una anécdota, que estamos en fin de semana y ya volverán el lunes y la prima de riesgo para seguir dando la tabarra. Trasteando en la habitación de mi hijo mayor encuentro el ejemplar de ‘Mis sentencias ejemplares’, valga la redundancia, que don Emilio y yo le regalamos y dedicamos cuando se publico, en 2008 -¡caramba cómo pasa el tiempo!-. Su señoría escribió lo siguiente: «Espero que nunca te vea por mi juzgado. Sé bueno». Y yo: «A ver si hay suerte y te lo lees, hijo».
Bueno, al día de hoy no ha ocurrido ninguna de las dos cosas: así que nos daremos por satisfechos, ja, ja, ja.