Tanto don Emilio como yo estamos un tanto monotemáticos con esto de la crisis. Lo sentimos, pero es inevitable que la dichosa recesión no esté presente -al menos, durante unos minutos- en cualquier conversación. Al grano: me contaba un amigo que se crió en Bélgica que allí el Estado del Bienestar es tan generoso que hay ciudadanos que, empalmando prórroga tras prórroga, han logrado estar ¡diez años cobrando el desempleo! «Y luego se jubilan», añadió este colega. Dice mi amigo que el siguiente país en caer, después de España e Italia o puede incluso que antes, será Bélgica. No es analista ni nada. Es un simple y honrado currela. Pero sabe de lo que habla.
Al mismo tiempo, veo en una repetición del programa de ‘El follonero’ que en Alemania -un país que tuvo no hace mucho un Estado del Bienestar que permitía a los parados disfrutar de balnearios gratis y que pagaba tres años de desempleo- llegaron a recortar el subsidio -unos 400 euros- a un hombre que pedía limosna en la calle. Calcularon lo que ganaba con esa práctica y se lo descontaron de la ayuda.
Esta claro que nuestro futuro se parecerá más al presente de Alemania que al de Bélgica -y a los propios belgas les pasará lo mismo-. De Guatemala a guatepeor.
Tampoco en Alemania es oro todo lo que reluce: recuerde el caso del funcionario que se despidió denunciando que no había hecho nada en los últimos 14 años, o Arno Dübel, que cobró el paro durante 36 años habiendo trabajado en su vida 5 semanas.
Sin embargo, en Alemania han hecho (al menos) una cosa bien, y es que ante la caída del negocio, las empresas optan casi invariablemente por reducciones de jornada, evitando el despido (mientras en España se legalizan las horas extras para contratos a tiempo parcial, y mucha gente tiene que trabajar más horas de las que figuran en su contrato).
Supongo que si los descensos de carga de trabajo en Alemania se hubiesen resuelto mediante despidos como en España, la canciller estaría ya en la calle.