Buenas, soy Emilio Calatayud. Carlos ya os ha contado que he estado coordinando unos cursos sobre justicia de Menores organizados por la Universidad de Almería. Ha sido una experiencia muy interesante, sobre todo, por el formato: no sólo hubo conferencias. Por ejemplo, en una de las sesiones, una chica que había estado en encerrada en un centro de internamiento por diversos delitos y con problemas con las drogas, explicó a los asistentes cuánto le sirvió pasar por el centro para cambiar y rehabilitarse. Y habló delante de sus padres, que estaban junto a ella. Los alumnos del curso estaban emocionados. Yo también. Allí, delante de todos, la chica dijo a sus padres que les quería mucho. Estamos hablando de una familia que había estado totalmente rota y de una persona que un día llegó a tocar fondo.
También escuchamos a un chaval al que yo condené siete u ocho veces -en total, ha estado encerrado seis años- contar lo que equivocado que estaba y explicarnos cómo están intentando ganarse la vida haciendo una chapuza aquí y otra allí… Como cualquiera en estos tiempos difíciles.
Además, y aunque no estaba previsto, intervino otro chico que había pasado por un centro de internamiento y que, cada vez que puede, vuelve para saludar a las personas que le ayudaron y estar con ellas. ¿Os imagináis a un preso adulto que volviera a la cárcel para agradecer lo que hicieron por él? No sé si eso pasa con los mayores, pero con los menores, sí. Es lo que digo siempre, si no creemos en la reinserción de nuestros chavales, ¿en qué vamos a creer?
Es complicado decirlo en estos tiempos, pero el dinero público que se invierte en esos centros, bien invertido está. Lo que sobran, y perdón por lo pesado que me pongo con el tema, son los coches oficiales y los asesores, etc.
Al menos cobra el conductor…
100.000 millones daría para pagar el sueldo directamente a 7 millones de mileuristas, repartido en dos años tendríamos dos años sin paro y con la gente comprando… y si además producen valor añadido…