En la crisis de 1929, cuando se hundió la Bolsa de Nueva York y con ella, la economía mundial, se multiplicaron los suicidios de los ricos financieros que habían jugado con el fuego de las finanzas y se habían quemado. En nuestra crisis, la que empezó en 2008 y se está cebando especialmente con España, los que se matan son los pobres ciudadanos hipotecados. Sentimos la muerte de la mujer de Barakaldo. Nuestro pésame para la familia. En Granada ya ocurrió.