Los hijos vienen al mundo sin instrucciones de uso y, a medida que van creciendo, no son pocos los padres que se sienten superados y desorientados. Ya no hay un modelo único como en tiempos pasados. El palo y tente tieso de la dictadura quedaron atrás y surgieron numerosas corrientes psicopedagógicas que abogaban por la libertad y el trato de igual a igual entre padres e hijos. Se pasó de un extremo al otro, lo que unido a los avances sociales y tecnológicos -especialmente, Internet, la telefonía móvil., que son ámbitos en los que los menores se mueven como peces en el agua-, ha alumbrado familias que necesitan, más que nunca, herramientas y consejos para educar a sus hijos y que no se les vayan de las manos, O lo que es peor: que no les levanten la mano, que es la gran plaga del siglo XXI: los hijos que agreden física o psíquicamente, o ambas cosas a la vez, a sus padres.