Buenas, soy Emilio Calatayud. He comentado en el ‘Facebook’ que el fin del mundo me iba a pillar viendo un partido de fútbol y se ha generado una cierta polémica. A ver, esa afirmación tenía una parte de verdad, me gusta mucho el fútbol, y otra de queja: hay tanto fútbol que algunos días no puedes ver otra cosa aunque quieras. El caso es que me lo he pensado mejor y creo que el fin del mundo me pillará condenando a algún niño a aprender a leer y escribir o a sacarse la ESO. Esta afirmación también tiene una parte de verdad, me gusta mucho ser juez de Menores, y otra de queja: ¡ya está bien, tenemos que ponernos de acuerdo de una vez para tener una educación que evite que haya niños analfabetos! Un saludo.
Las nuevas tecnologías nos han enseñado, con los usos nuevos que hoy son tendencia para la relación de las personas en sociedad, la imposición de la escritura como forma preeminente de interactuar (propia de las redes sociales, whatsapp…) en perjuicio de el hasta ahora hegemónico recurso basado en el principio de oralidad, a través de contactos in situ, en locales de alterne o clubes sociales de cualquier tipo.
Hasta ahora, aunque todos nos relacionamos por igual, cuantitativamente hablando, nadie vislumbraba la holgada tasa de analfabetismo (en su sentido expansivo, que incluye todo aquel que comete faltas, a veces delitos, de ortografía y/o gramática, de forma regular) que nos rodea, incluyendo muchas de las personas que nos rodean, y que hasta este momento pensábamos que sólo se refería a casos lejanos de zonas suburbiales que pensabamos problema ajeno a nuestro ámbito social.
Pues está claro, que quienes así pensabamos nos confundíamos evidentemente, y sobrevaloramos la cultura de un ciudadano medio. Siendo que hoy día, uno no sabe si corregir a sus contactos, o abstenerse de hacerlo para no parecer grosero. Aunque nada resulta más grosero, que recibir un mensaje con faltas de tal calibre, que dejan claro el nivel de educación que nuestra sociedad desgraciadamente tiene como media.
Sin duda, cualquier edad es buena, para aprender; aunque es básico educar a la sociedad desde la más tierna infancia, para que los mayores de después suban el listón, cosa que no resultará difícil. Aprender no requiere tanto de una edad, sino de una situación de inquietud, la de querer ser mañana algo mejor de lo que se es hoy.
Gran labor la tuya, que nada ni nadie haga decaer tu ánimo 😉