Buenas, soy Emilio Calatayud. Parece que estamos todos de acuerdo en que los padres que quitan la autoridad a los maestros y profesores de sus hijos hacen un flaco favor a los docentes, a sus hijos y a sí mismos, porque, más pronto que tarde, los chicos se volverán contra ellos. Pero vamos un paso más allá. Tampoco ayuda nada que sea la propia autoridad la que quite autoridad, y valga la redundancia, a los profesores y maestros. Y algún caso se ha dado. Es un disparate que Educación apruebe a un chaval que ha suspendido todo porque los padres lo han pedido, y esto ha sucedido. ¿En qué lugar quedan los profesores? ¿Cómo es posible que un niño apruebe por decreto ley? ¿Cómo podemos equivocarnos tanto? Un saludo.