Buenas, soy Emilio Calatayud. El día empezó bien: con tormentas y chubascos que fueron a más, así que parecía que no iba a haber botellón en Granada. Lo que no había querido hacer el alcalde parecía que lo iba a conseguir la naturaleza. Pero, al final, se retiró la lluvia y hubo botellón. Y ahí sigue: dicen que hay más de diez mil jóvenes bebiendo a saco en plena calle. Es una pena y una vergüenza. No me canso de decirlo: a nuestros menores los estamos volviendo locos. Por un lado, la autoridad nacional organiza campañas para prevenir el consumo de alcohol entre los jóvenes, que es un problema muy grave en España, y por otro, la autoridad local permite que los jóvenes beban hasta caer rendidos en un espacio municipal habilitado expresamente para eso. Y ambas autoridades son del mismo partido. Granada, otra vez ‘ciudad-botellón’: ¡qué lástima!