Hola, soy Carlos Morán. Este domingo, 1 de marzo, el diario IDEAL de papel ha publicado una entrevista que le hice a don Emilio con motivo de la concesión de la Medalla de Andalucía. Aquí va un fragmento de esa conversación en la que el juez habla con naturalidad, e incluso con humor, de su infancia, su madurez y del tumor de próstata del que se está tratando desde hace meses.
¿Cómo fue su infancia?
Muy buena, de escándalo. Hubo etapas duras, como cuando me fui interno con solo seis años. Pero me lo pasé muy bien. Me escapé de clase cuando me tenía que escapar, me emborraché cuando me tenía que emborrachar… Me inflé a jugar a los billares y los futbolines… Es verdad que hubo un año en que suspendí todo y mi padre me mandó a Campillos, a Málaga. Y al curso siguiente suspendí cuatro y mi padre me mandó a trabajar en un garaje durante el verano. Pero lo pasé muy bien de niño, de adolescente y de joven…
¿Y qué tal lleva la madurez?
Pues la madurez está siendo muy buena también, ja, ja, ja. He tenido un buen matrimonio, tengo dos hijos que son buena gente y ya están educados… Y después del fallecimiento de mi mujer, he rehecho mi vida con Magdalena… ¡Qué más puedo pedir! Mi padre siempre me decía: «Emilio, tú has nacido con estrella», y tengo que darle la razón.
¿Le inquieta la vejez?
No, porque ya voy hacia ella. Me gustaría llegar a la vejez, pero con calidad de vida. Si no, prefiero irme.
¿No le asusta la muerte?
Lo sabré cuando me llegue, ja, ja, ja. Entonces igual me acojono. Pero en este mundo hay que tener suerte para vivir y para morir. Mi mujer tuvo suerte para vivir y para morir. A mí no me importaría nada morir como murió mi mujer, en paz y sin sufrir.
¿Y la enfermedad?
No, no me asusta. La enfermedad ya la tengo: un tumor en la próstata, un cáncer de próstata.
¿Cómo va el tratamiento?
Bien, algunas veces más «achuchaíllo» que otras, pero bien. Ahí estamos. Pero algo hay que tener. No todo puede ser bueno. Siempre me han dicho que si tenía que tener un cáncer, mejor que fuera el de próstata porque tiene un buen pronóstico. Y ese es el que tengo. Mi mujer también falleció de cáncer, pero el suyo era mucho más grave.