Buenas, soy Emilio Calatayud. Tras más de veinte años de botellones y ríos de orines el Ayuntamiento de Granada ha decidido prohibir la Fiesta de la Primavera, una celebración que tenía lugar en el botellódromo de la capital y que consistía en que miles de jóvenes -entre ellos, menores de edad- consumieran alcohol hasta caerse al suelo. Todo muy ‘educativo’. Además, el Ayuntamiento se ha propuesto, ya más a medio plazo, cerrar el botellódromo de marras. A ver si es verdad y dejamos de ser más conocidos por el botellón que por la Alhambra o el Albaicín. Todo esto se produce después de que un reportaje de Pedro García Aguado mostrase el desarrollo de la última Fiesta de la Primavera. Lo que no sale en la ‘tele’ es que no existe.
Bueno, pues nada, más vale tarde que nunca.