Buenas, soy Emilio Calatayud. Recientemente tuve un vuelo desastroso. Bueno, casi no lo tuve. Volvía de Barcelona y el avión debía salir a las seis y media de la tarde. Llegó esa hora y no hubo avión. Fui a ver qué pasaba y en la oficina de la línea aérea y no había nadie. Pasaba el tiempo y nadie daba una explicación. Nos juntamos varios afectados y fuimos de ventanilla en ventanilla buscando una solución. Conseguimos una hoja de reclamaciones, pero nadie quería sellarla. «Cuando lleguen a Granada ya se la sellarán». ¿Y si no llegamos a Granada, porque el Aeropuerto cierra por la noche? «Ah, ustedes mismos». Conté hasta diez, conté hasta cien, conté hasta mil y estallé: «O nos sellan la hoja de reclamaciones o me fumo un cigarro». Fue lo que se me ocurrió. Pero funcionó. Enseguida llegaron los seguridad. Es increíble, nadie nos dio una explicación por un retraso lamentable pero si sacas un cigarrillo se moviliza todo el mundo. Al final, salimos de Barcelona a las nueve y media, con la hoja de reclamaciones sin firmar y sin ninguna explicación. Pero lo alarmante fue lo del cigarrillo… En fin.