Buenas, soy Emilio Calatayud. El verano puede tensar hasta el extremo las relaciones entre padres e hijos y no sólo porque ya estemos metidos en la enésima ola de calor del verano, que ya se sabe que las altas temperaturas son muy irritantes. En verano hay vacaciones y los padres y los hijos tienen más tiempo libre, o lo que es lo mismo, más tiempo para estar juntos. Y si las cosas ya andan mal, pues suelen ir a peor. Así que es desgraciadamente normal que en verano aumenten los casos de agresiones de hijos a padres. A este respecto, el Defensor del Pueblo Andaluz, en su último informe sobre los menores andaluces, dedica un apartado especial a este fenómeno. Esta es la forma en que ese estudio describe a los padres de posibles chicos maltratadores: «Un criterio unánimemente compartido por los expertos indica que uno de los factores que más incidencia podría tener en este tipo de conducta es la renuncia por parte de algunos progenitores a ejercer su función de tales durante las etapas más importante del proceso formativo de sus hijos, especialmente aquellas en las que se está conformando la personalidad y la conciencia social del futuro adulto. Vivimos en una sociedad volcada en el consumo y el ocio e inserta en un competitivo mercado laboral, y donde los padres, llevados por sus exigencias laborales o por sus apetencias de ocio individual, cada vez tienen menos tiempo para estar con sus hijos y menos deseos o posibilidades de dedicar ese escaso tiempo compartido a ejercer su labor como padres educadores y como formadores de la personalidad de sus descendientes».