Soy Carlos Morán, el compañero de blog de don Emilio. El pasado mes de mayo, un hombre apareció muerto de forma violenta en el centro de un pueblo de Granada. Era un asunto complicado. Nadie vio nada y no parecía haber un móvil claro. Hace unos días, la Guardia Civil detuvo al supuesto homicida: un vecino de Granada que había aprovechado un permiso carcelario para escapar. Estaba cumpliendo una condena de más de cuarenta años de prisión por un doble asesinato que había cometido en Granada. Antes, cuando era un niño, este hombre había tenido su segunda oportunidad, pero de nada sirvió. Con solo 14 años había matado a su hermanastra de seis. Fue juzgado, condenado y encerrado en un correccional. Cuando salió, sus antecedentes fueron borrados para que empezase una nueva vida. Pero era un caso perdido, como el tiempo se ha encargado de demostrar.
El juez siempre dice que el 80% de los niños que delinquen no son delincuentes, pero también admite que hay un 10% que son irrecuperables para la sociedad. Son excepciones, pero que nos recuerdan que la maldad en estado puro también puede existir. Desgraciadamente, no vivimos en un mundo perfecto.