Buenas, soy Emilio Calatayud. Ya no me acuerdo cuándo pusimos en marcha la experiencia de enviar al Hospital de Traumatología de Granada a chavales que habían cometido alguna infracción de tráfico: ir borracho en la moto y haciendo caballitos, por ejemplo. Lo que sí sé es que funciona. Los chicos tienen que convivir durante un determinado número de horas con personas que han sufrido accidentes de tráfico, se han quedado en una silla de ruedas (o ni siquiera se pueden mover) y están aprendiendo a asumir su nueva situación. Es duro. Hay pacientes que han perdido el habla o tienen serias lesiones cerebrales y nuestros chavales lo único que tienen que hacer es mirar. No se les pide más. Pero al final acaban empujando la silla de ruedas de alguien al que no conocían de nada… Prácticamente ninguno reincide. Es lo que tienen mirar a los ojos a las consecuencias que podrían tener nuestros actos…