Buenas, soy Emilio Calatayud. El teléfono móvil es efectivamente móvil -podemos llevarlo de un sitio a otro-, lo que ya no es es un teléfono. Sirve para todo menos para enviar y recibir llamadas. Y no es que no estén preparados los cacharros para realizar esas funciones, es que nadie coge. Los adolescentes les quitan el sonido de llamada: dicen que es para no oír todo el rato el ‘tiroliro’ del ‘guasap’. O igual lo hacen por aquello de ‘quita el sonido no vayan a llamar los pesados de papá y mamá’. El caso es que nunca cogen el teléfono. Y los adultos tampoco. La razón en este caso suele ser la contraria: el aparato siempre comunica (si quiere que le pongamos cuando deje de comunicar, etc). Total, que nuestras vidas están llenas de llamadas perdidas. Y a eso le llamamos comunicación. ¡Manda huevos, que diría el otro!