Buenas, soy Emilio Calatayud. Cada cierto tiempo sale en los medios de comunicación el caso de algún robagallinas, dicho sea con todos los respetos, que hace años se quedó con algo que no era suyo y ahora, cuando él ya no es el que era y sus circunstancias tampoco, le cae una sentencia que le obliga a entrar en la cárcel y, claro, pues se monta el lío. Ante casos así, sólo puedo decir que la justicia que es muy lenta no es justicia… Pero. ¡atención!, la justicia demasiado rápida también puede ser injusta. En el término medio, como siempre, está la virtud.