Buenas, soy Emilio Calatayud. Con el buen propósito de evitar el tráfico de niños-futbolistas, la FIFA, que no se caracteriza precisamente por su transparencia, se puso a poner normas y, como siempre suele ocurrir, se fue de un extremo al otro y el resultado es que ahora hay un montón de niños desfavorecidos -en Granada son unos cien- que no pueden jugar el fútbol. El otro día me preguntaron por este asunto y esto fue lo que dije. Espero que os interese.
«Me parece una barbaridad que la FIFA ponga tantas trabas y barreras para que los chavales más desfavorecidas puedan jugar al fútbol, que es una de las mejores formas de inserción social que existen. Y, como digo siempre, hay chicos a los que no se puede reinsertar porque primero hay que insertarlos. Nosotros, en la justicia de Menores, ya hemos condenado a más de un chaval que apuntaba maneras a jugar a fútbol para enderezarlo. Y funciona.
Esta claro que también hay que evitar que existan ‘traficantes de menores futbolistas’, pero eso es una cosa, y otra la que plantea la FIFA, que condena a un montón de niños a no poder jugar al fútbol, con los beneficios con ello comporta, porque sus padres no tienen trabajo o están separados o lo que sea. Lo primero que tendría que hacer la FIFA es limpiar su casa. Eso para empezar. Vamos a ver, estamos hablando de acoger a refugiados sirios y ahora resulta que los niños de esos refugiados no van a poder jugar al fútbol. Es una barbaridad, insisto».