Buenas, soy Emilio Calatayud. Algunas veces me preguntan qué es lo más duro de ser juez de Menores. Y hay muchas cosas fuertes -afortunadamente, las satisfacciones siempre son más-, pero entre lo peor que te puede pasar es que un chaval al que juzgaste cuando era niño te pida, ya siendo adulto, que les des permiso para salir de la cárcel porque padece una enfermedad terminal y quiere morir en casa. A mi me ha ocurrido tres veces. Esas personas son mis fracasos, nuestros fracasos y los fracasos del sistema… No pudimos recuperarlos cuando empezaban a delinquir y acabaron en prisión. Y te los vuelves a encontrar: «Don Emilio, deme permiso para morir en casa». Eso es duro.