Buenas, soy Emilio Calatayud. El Ayuntamiento de Granada ha anunciado, por fin, que va a prohibir el gran botellón de la fiesta de la primavera, una celebración que suele tener lugar en marzo y que había convertido a la ciudad en la capital nacional de la borrachera callejera. Era una auténtica vergüenza, tal y como puso de manifiesto Pedro García Aguado en un programa de televisión en el que mostró las tripas del botellón para escándalo de toda España. ¡Ya era hora que el Ayuntamiento actuara! Algunos llevábamos años pidiéndolo y por fin se ha impuesto la cordura. Más vale tarde que nunca. Y, como digo siempre, el que quiera beber y tenga la edad para hacerlo que vaya a los bares, que para eso están. Granada tiene que ser un ejemplo de civismo y no la capital del botellón.
Incluso dicen que van a vallar el botellódromo -el recinto en el que se hacía la fiesta-. Me parece bien, pero que, ya puestos, lo dejen vallado. Y si hay quien hace el botellón en otra zona de la ciudad, que la Policía lo identifique y le multe. Más vale ponerse una vez colorao que ciento amarillo.