Buenas, soy Emilio Calatayud. Me cuenta una maestra que el otro día notó que uno de sus alumnos estaba particularmente mustio y se dispuso hablar con él para ver si le contaba qué le pasaba. En un primer momento, el chaval se mostró reacio, pero al final se desahogó. «Estoy triste porque se ha muerto mi padre, pero no lo digo para no dar pena».
Estamos haciendo un mundo en el que no se puede estar triste o mostrarse débil y eso sí que da pena. Nadie es menos por ser humano.