Buenas, soy Emilio Calatayud. En el anterior comentario me referí a la estadística que dice que nuestros hijos no se van de casa hasta que tienen más de treinta años. Y eso con suerte, porque ya hay cincuentones que siguen en el nido. Pero hay que aclarar que todos esos cientos de miles de jóvenes no son ‘ni-nis’, es decir, que no son de esos que ni estudian ni trabajan porque no les da la gana.
Ahí podemos encontrar chicos que tienen trabajo, pero que están a gusto en casa de los padres porque se lo dan todo hecho y prefieren quedarse. También hay muchísimos jóvenes que han estudiado y están intentado buscar un trabajo para independizarse, pero que no lo han conseguido. Y luego están los que, habiendo logrado la independencia, han tenido que volver al hogar materno y paterno porque se han quedado sin trabajo por la crisis -o les han bajado el sueldo y no les llega para pagar un alquiler-. O sea, que no es bueno generalizar, porque podemos ser injustos.
Pero eso no quiere decir que no existan los ‘ni-nis’, porque haberlos, haylos. Y no son pocos. Pero con ellos también podemos establecer alguna división: están los ‘ni-nis’ antipáticos que te pueden hacer la vida imposible y los simpáticos, que aunque son muy vagos, te dicen: «Mamá, papá, soy un ‘ni-ni’, pero os quiero». Si son como este último, hasta se les puede perdonar.